«Un hombre estaba acostado en su cama en estado terminal, le quedaban pocas horas de vida. De repente huele el aroma de los tamales recién hechos, bien calientitos. Para él no había nada mejor en el mundo que los tamales de su mujer Chepina. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, baja las escaleras, acercándose a la mesa del comedor donde se encontraban, y de repente aparece su mujer con un cucharón de hierro en la mano, diciéndole: -«Ni se te ocurra..! Son pa´l velorio!». Lo escribió, en 2010, Eva Makivar en «El Financiero». Foto de «Stock».