En la antigua Inglaterra la gente no podía tener sexo sin contar con el consentimiento del Rey. Cuando la gente quería tener un hijo, debían solicitar un permiso al monarca, quien les entregaba una placa que debían colgar afuera de la puerta de su casa, mientras tenían relaciones. La placa decía: «Fornication Inder Consent to the King». Ese es el rigen de la socorrida palabrita». Lo publica Juanis Arellano en Facebook y nos lo envió Daniel Hernández Parra. Lo retoman en las Cápsulas restrictivas de «Crónica del Poder».