En 1765, un mesonero llamado Dosier Boulanger abrió en Paría una casa de comidas y en la puerta colgó el siguiente letrero: «Venite ad me vos qui stomacho laboratis et ego restaurabo vos». No eran mucho los parisinos que en el año 1765 sabían leer francés y menos latín, pero los que podían, sabían que Boulanger, el propietario, decía: «Venid a mi casa hombres de estómagos cansados que los restauraré». La frase tuvo tal éxito que desde entonces, todas las casas de comidas en el mundo se llaman «Restaurantes». Lo escribió Themer Cabello en el Facebook y nos lo envió Daniel Hernández Parra.