Conocí al maestro Marcelo Ramírez en la década de los 80. Era Secretario General del PRI estatal. Me invitó a colaborar con él e iba sólo los días sábados de cada semana. Nos hicimos buenos amigos. En muchas ocasiones fui a su casa de la calle Museo y conviví con su esposa Sarita, su hija Silvia y sus dos hijos, Gonzalo y Marco. Seguido salíamos a tomar café y a filosofar sobre la vida. El fue Diputado local y federal, Secretario General de la UV y Director General del IVEC. Eran cercanos a él: Ariel López y Eduardo Andrade («el bueno», decía él). Durante la campaña de Patricio Chirinos, Marcelo le organizaba desayunos con intelectuales, y una vez me «disfrazaron» de eso y hasta la reunión fue en mi casa. Pero el tema, propiciado por el candidato, fue el deporte. Buenos recuerdos y de la familia citada.