«Hay buenos y malos tiempos, pero nuestro estado de ánimo cambia con más frecuencia que nuestra fortuna»: Thomas Carlyle.
«Para muchos, el estado de ánimo ejerce una clara influencia en nuestra conducta y, consecuentemente, también en nuestras decisiones financieras, y personales. La tristeza, la felicidad, el optimismo y el pesimismo son estados inherentes a la naturaleza humana. Aprovechar y vivir con esas emociones es parte de la experiencia de vida. Pero aprender a canalizarlas es tomar parte de un proceso de responsabilidad financiera y personal que nos ayuda a tomar el control de futuro». Lo comenta Raúl Martínez Solares en «El Economista».