La incertidumbre de la política veracruzana ya llegó a la Ciudad de México, causando desconcierto. Emilio Gamboa Patrón, líder de los senadores del PRI, se refirió a las acusaciones de Héctor Yunes, diciendo que “en el priismo no debe haber eso”. Pepe Yunes, con un tono más moderado, centró sus señalamientos sobre el tema de las finanzas públicas y la sospecha de que hay aviadores en la estructura de gobierno que representan una erogación importante en la nómina.
César Camacho Quiroz, coordinador de los diputados del PRI, intentó reducir las diferencias entre los políticos jarochos a una “manifestación del estilo de ser veracruzano, al que la política no es ajena”. De esta forma se cierran las “burbujas” y los grupos en el Congreso y en el Senado.
La Coparmex Xalapa no da su voto de confianza a las medidas de austeridad que se inician en la administración pública, pues todavía hay muchos gastos innecesarios, otros que no se conocen, todos con cargo al erario. Las declaraciones de la Coparmex son un eco de la incertidumbre y de la inconformidad no sólo de la iniciativa privada, sino de la sociedad en general.
Ahora la atención, más allá del iluminado que encabece al PRI como candidato, está centrada en el programa, en la propuesta y en los temas de su agenda, que deben tomar en cuenta al sector rural del estado, sin duda, pero también a los empresarios y profesionistas que piden urgentemente un cambio, una manera distinta de hacer las cosas.
Vivimos una situación en la que sobresale el descrédito hacia la clase política y hacia las instituciones. La ciudadanía exige que se escuchen sus propuestas y sobre todo sus peticiones. Que las cosas cambien, que los cambios sean tangibles y que se traduzcan en beneficios para las familias veracruzanas.
Por eso, el programa debe estipular un gobierno más cercano a la gente. Populista (sí, populista, aunque algunos se persignen cuando escuchan la palabra), pero sin los agravios del mesianismo; participativo sin el predominio de la anarquía y de las discordias; intelectual sin ser pretencioso o pedante. Sólo con estas cualidades, el programa y la propuesta del candidato, sea quien sea, captarán los votos de una sociedad cada vez más exigente, informada y perspicaz en términos de política.
No lo dice un servidor. Se lee en las redes sociales, lo dice la ciudadanía: es vox populi.

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