La posición del gobierno de México para enfrentar el problema de las drogas ha dado un giro. No es radical y tampoco el que se necesita, pero implica un avance. El presidente Peña Nieto ha sido el encargado de fijar la posición; primero en la ONU, el pasado 19 de abril, y luego en la Ciudad de México, el 21 de abril.

¿Qué es lo nuevo? El cuestionar y distanciarse del paradigma prohibicionista y punitivo impuesto por la ONU desde 1961, que ha demostrado su fracaso a lo largo de los años. El gobierno, las policías y las Fuerzas Amadas ya no podrán recurrir a la concepción de esta estrategia, para justificar su acción en la lucha contra las drogas.

Ahora hay necesidad de construir un nuevo paradigma. El presidente aporta tres elementos para la edificación del mismo: la persona debe estar al centro, el enfoque es de respeto irrestricto a los derechos humanos, y se trata de un problema de salud pública y no de seguridad nacional.

Se legaliza y regula el uso de la mariguana con fines terapéuticos y médicos. El presidente ya mandó, por la vía del Senado, una iniciativa de reforma a la Ley General de Salud. Se abre el espacio para la importación de estos medicamentos y todavía no es claro, habrá que ver la ley, si se permite la producción nacional de mariguana y la fabricación de medicamentos derivados de la misma en el país.

La mariguana como objeto de investigación se legaliza. Las instituciones académicas podrán tener campos de cultivo. Esto va a permitir en adelante, en la medida que avance el estudio, que la discusión se enriquezca con información científica y no sólo se alimente del sentido común y la leyenda urbana, que es ahora la dominante.

Se aumenta de 5 a 28 gramos (una onza), que son 14 cigarros, lo que una persona tiene derecho a portar, de manera legal, para consumo personal. Se pretende descriminalizar a los usuarios. La policía no podrá arrestar a nadie que tenga una cantidad menor a este gramaje. Hay que garantizar que la policía y los ministerios públicos se sujeten a esta normatividad. Las personas que están en la cárcel por portar una cantidad mayor a cinco, pero menor a 28 gramos, deben ser liberadas.

¿Qué no cambió? Al no ser legalizada y regulada para uso personal, sigue siendo un delito cultivar, transportar, procesar y comercializar mariguana. Quien quiera obtener 28 o menos gramos de mariguana para su uso personal lo debe adquirir en el mercado ilegal. El consumidor no podrá ser encarcelado, pero el productor y vendedor sí. La contradicción es evidente, pero sigue ahí. El presidente lo sabe. El combate, la parte punitiva de la estrategia, va a seguir. Hay un avance, pero la lucha de la sociedad civil por la legalización-regulación de todo el proceso de la mariguana tiene que continuar.