“La actitud filosófica en México”.
Seguimos festejando el mes patrio conociendo el pensamiento sobre México y el mexicano. El filósofo Leopoldo Zea dedicó gran parte de su vida a reflexionar y escribir sobre la filosofía del mexicano y en general de América Latina, por lo tanto, para la presente columna presento el libro: “Conciencia y Posibilidad del mexicano” publicado en 1952, mediante el cual Zea aborda la problemática del tema.
¿Qué es el mexicano? fue la gran interrogante que se hicieron los pertenecientes al denominado grupo filosófico “Hiperión”. Tratando de dar respuesta a ésta pregunta Leopoldo Zea escribió varias de sus obras. En “Conciencia y Posibilidad del mexicano” el filósofo Zea nos explica que por siglos Europa fue rectora de la cultura universal, es decir, para ser reconocidos como pueblos civilizados y no bárbaros, teníamos que pensar como ellos, aplicar sus fórmulas, pensamientos, filosofías, etc. pero esta realidad después de las grandes guerras estaba cambiando y por eso se discutía “El Ser del Mexicano.”
La necesidad y el impulso de crear una filosofía del mexicano, conocer sus alcances y limitaciones no provino de afuera como había sucedido siempre desde la conquista. Esta necesidad singular se originó por la Revolución Mexicana. Señala Leopoldo Zea que el movimiento armado no se inspiró en principios universales, en doctrinas filosóficas abstractas y mucho menos buscaba influir universalmente. Según Zea la Revolución Mexicana se realizó para cambiar realidades y necesidades concretas, hambre, injusticia, desigualdad social, corrupción, enriquecimiento de unos cuantos, no olvidemos sus dos grandes premisas, “Sufragio efectivo, no reelección” y “Tierra y Libertad.”
Sobre este punto Zea manifestó: “Todo y cada uno de los revolucionarios mexicanos aspiraron y aspiran a realizar un México mejor, un México en el que la mayoría de los mexicanos pueda alcanzar el máximo de posibilidades que haga su felicidad. Se trata como se podrá observar, de una mejoría fácil y sencilla, de la mejoría discreta que cada hombre tiene derecho a alcanzar.” (Lamentablemente no sé ha alcanzado)
Toda la temática que desarrolla Zea resulta muy interesante y sin duda alguna, hay que leer la obra. Pero para ir concretando las ideas planteadas en la presente columna, en cuanto a la conciencia el filósofo mexicano manifiesta: “Parece que entramos en una etapa racional, de conciencia de lo que hemos hecho y de lo que podemos hacer. Etapa de conciencia de nuestra realidad. En esta etapa no son ya validas acciones balbuceantes, ni morales de carácter provisional. El conocimiento que vamos adquiriendo sobre nuestra historia y su sentido, sobre nuestra realidad y los múltiples problemas que plantea, es el mejor signo de que estamos ya en los umbrales de esa atapa de autoconciencia.”
Tener una conciencia crítica de nuestra realidad implica conocer virtudes y defectos, grandezas y limitaciones, lograr esto no es fácil, pero es la única manera de poder mejorar, porque conoceremos cuales son realmente nuestras posibilidades para desarrollarnos como personas y como nación, sobre este punto Zea señaló: “Esto es, si se conoce al hombre, si el mexicano logra conocerse así mismo, se adelantará la mitad del camino. La conciencia de la realidad mexicana dará al hombre de México la conciencia de sus posibilidades y, con ella, la conciencia de todo su posible hacer.”
Por lo antes afirmado, la fórmula sería conciencia es igual a posibilidades, sin embargo, Usted mi apreciado lector podría preguntarse ¿Con eso se resuelven los problemas del país? ¿De qué me sirve estar consciente de mis posibilidades, si la corrupción no me permite crecer? Y sin ninguna duda, podrían surgir muchas preguntas más, pero considero que el saber quiénes somos, donde estamos y hacia dónde vamos, es determinante para mejorar o cambiar el rumbo de este país. Interesarnos por México es estar a la altura de las circunstancias que exigen los tiempos.
Cada generación tiene sus propias circunstancias y responsabilidades, con defectos y virtudes los novohispanos que estaban esclavizados por España lucharon por su independencia, los hombres y mujeres que hicieron la Revolución, tal vez, como dice Zea no tenían ideas, pero lucharon por cambiar su realidad.
Hoy nos toca ser responsables del presente y futuro de México, por supuesto que necesitamos revolucionar a éste país, pero ahora las armas que utilizaremos en nuestra Revolución serán los libros, porque ellos nos quitan la venda de los ojos, nos hacen libres, críticos, informados, atentos, responsables, los libros nos enseñaran a ser prudentes, pero cuando tengamos que defender un derecho, denunciar una injusticia lo haremos, porque ya habremos aprendido que: “¿Tropezáis con uno que miente?, gritarle a la cara: ¡mentira!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que roba?, gritarle: ¡ladrón!, y ¡adelante! ¿Tropezáis con uno que dice tonterías, a quien oye toda una muchedumbre con la boca abierta?, gritarles: ¡estúpidos!, ¡adelante! ¡Adelante siempre!”. (Miguel de Unamuno)
Mi estimado lector, la actitud filosófica en México deberá ser como la enseñó Edmund Husserl: “La tarea de la filosofía es enseñarle al hombre hacerse responsable de sí mismo”. Por lo antes señalado finalizo la presente columna con la reflexión de Leopoldo Zea que fortalece todo lo antes argumentado: “Después de todo, sin un sentimiento de responsabilidad, sin un propósito definido de maduración, ni los pueblos ni los hombres maduran.”
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