Pompeya Sila creo que es la responsable de nuestra fijación u obsesión porque nuestros políticos sean todo lo que difícilmente el ciudadano común y corriente puede ser: inmaculado, santo, perfecto, honesto, probo y las lindezas utópicas que el lector quiera agregar. Los yerros no tienen cabida en nuestros políticos porque entonces no perdonamos. Usted, yo, nosotros (pero jamás ellos) podemos ser borrachos, ladrones, majaderos, ignorantes, estúpidos, ¡hasta putos! pero nunca de los nunca podrán serlo nuestros políticos. ¿Por qué? Asumo porque creemos que ellos son al final de cuentas, el reflejo de lo que aspiramos ver de nuestra “sociedad perfecta”… creo, no es que sea certeza.
II
Me lleva la mujer a la oficina en una mañana lluviosa para andar en motocicleta. Toma por la calle Ruiz Cortines de la colonia Francisco Villa y al doblar en la Miguel Hidalgo, nos encontramos con algo que es usual pero hoy tiene una característica que rompe su cotidianidad: un vehículo de Gobierno del Estado arriba de la banqueta, pegado totalmente a la pared, que obliga a cualquier peatón bajar y arriesgarse a caminar sobre la calle.
Avanzamos otras calles y vemos a un taxi en las mismas condiciones que la unidad de Gobierno del Estado. Le pregunto a la mujer cuál es la diferencia entre el carro de servicio público con el oficial, aunque realmente me cuestiono a mí mismo. El Tsuru placas YDN 82-28 es el reflejo de nuestras autoridades en el poder. No criticamos al taxista o quizás sí, pero no pasa más allá de una mala cara. En cambio, el vehículo del Gobierno estatal refleja para un grueso de la población un síntoma de prepotencia…
III
Hay quienes dicen que Pompeya Sila era una mujer de gran belleza pero poca inteligencia. Hay los que sólo refieren a ella por su hermosura. El trato denostativo es quizás para reafirmar el quid de esta historia, donde los atributos físicos de la esposa de Julio César encandilaron a un joven patricio, Publio Clodio Pulcro.
Durante las festividades de la Buena Diosa, donde estaba prohibida la entrada de varones, Publio Clodio Pulcro, para tratar de seducir a la esposa de Julio César, se “disfrazó” de mujer, por lo que podemos decir que bien pudiera haber sido el primer travestí que la historia registra.
Sin embargo, muy difícil ha de haber sido tratar de pasar como mujer cuando se tiene tanto deseo, no por serlo, sino por poseerla, y fue descubierto. Todas clamaron por los guardias quienes ante el desconcierto, no pudieron detener a Publio Clodio Pulcro; sin embargo, fue identificado por las damas presentes.
Julio César entonces, repudió a Pompeya Sila. El repudio, para ser más claros, era devolverla a su casa, con sus padres, y era una especie de divorcio que marcaba socialmente a la mujer pues implicaba que no era buena esposa ni tampoco entonces sería buena madre. La frase con la que Julio César inmortalizó a Pompeya Sila fue: “La mujer de César no sólo debe ser honrada, además debe parecerlo”.
Sobra decir que Publio Clodio Pulcro salió pulcro de este relajo…
El juicio que se hizo a Pompeya por parte de Julio César es el mismo que hacemos a nuestros políticos… no les perdonamos nada, ni que parezcan borrachos… sólo que hay un pequeño detalle que hace la diferencia con la historia de Pompeya… nuestro juicio no pesa ni un gramo cuando se carece de poder.
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