“¡Viva México!”.
Filosofar es problematizar, pero a través de la problematización es como se va haciendo conciencia de sí mismo y ganando un lugar en la historia. El hombre no tiene naturaleza, tiene historia afirmaba el filósofo español José Ortega y Gasset, sin embargo, el filósofo mexicano Leopoldo Zea estaba consciente que: “la historia no la componen los puros hechos, sino la conciencia que se tenga de ellos.» Por lo tanto, para ser parte integral de la historia no sólo tenemos que vivirla, sino pensarla, las ideas antes planteadas es parte de lo que podrá leer en el libro de Leopoldo Zea publicado en 1953 con el título: “El Occidente y la Conciencia de México.”
¿Cuál era la imagen que tenía Europa de México y en general de Latinoamérica? La respuesta sin ninguna duda se llamó “regateo”. Leopoldo Zea divide éste regateo en cuatro etapas las cuales son: “El regateo de la Conquista, El regateo de la Modernidad, El regateo Historicista, el regateo de la técnica.” Desde su visión Zea explica cada uno de manera clara, basado en antecedentes irrefutables, cómo por ejemplo cuando nos explica el regateo historicista.
El filósofo prusiano Georg Wilhelm Friedrich Hegel, se refirió a América de la siguiente manera: “América es el país del porvenir, lo que ahora acontece aquí no es más que el eco del viejo mundo y el reflejo de ajena vida. Más como país del porvenir América no nos interesa; pues el filósofo no hace profecías. En el aspecto de la historia tenemos que habérnosla con lo que ha sido y con lo que es. En la filosofía, empero, con aquello que no sólo será, sino que es eterno: la razón. Y ello basta.” (J. G. F. Hegel: Filosofía de la historia universal Revista de Occidente, Madrid, 1928, p. 186.)
Lo antes manifestado por Hegel implicaba no ser parte de la historia cultural universal, por supuesto que el filósofo prusiano se refería al tema de la falta de reflexión y creaciones intelectuales. Claro que si se le da una lectura apasionada a lo señalado por Hegel no tan sólo incomoda, sino que llega a ofender y calar hondo. Aún, por si faltaba la opinión de un filósofo contemporáneo, pronto apareció Ortega y Gasset que tanto influyó en América y particularmente en México, sobre éste punto señaló: “El dominio del mundo no se regala, ni se hereda. Vosotros habéis hecho por el muy poco aún. En rigor, por el dominio y para el dominio no habéis hecho aún nada. América no ha empezado aún su historia universal.”
Mi estimado lector, no significa que a pesar de lo grande que fueron y son Hegel y Ortega, ellos tengan la última palabra. Usted tiene todo el derecho a pensar diferente, sólo que argumentando, pero es importante no olvidar que tanto a un individuo como a una nación por sus frutos os conoceréis. La pregunta que puede ir aclarando y acercándose a la respuesta a todo lo antes señalado es ¿En América y particularmente en México, no se creaba cultura, no se utilizaba la razón que tanto presumía Hegel?
Sin caer en nacionalismos pos supuesto que la respuesta es sí, siempre hemos tenido genios por los cuales podemos sentirnos orgullosos y presumirlos, ejemplos: Sor Juana Inés de la Cruz, el pensador mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi, entre otros, pero es innegable que eran genios aislados y no contábamos con un sistema del pensamiento, del conocimiento, con una filosofía propia. En todos los terrenos aunque nos duela fuimos como señaló Hegel una copia de Europa, porque creíamos que era la forma de ser modernos, civilizados y universales.
Por supuesto que la actitud de ser eco de Europa fue producto de las circunstancias, es decir, todo lo que nos rodeó. La misma civilización europea que por siglos se ha autodenominado la tierra de hombres civilizados, fue la causante de nuestra lentitud en el progreso cultural e intelectual, señala Leopoldo Zea que cuando nos conquistaron nos impusieron y compartieron religión, sistema económico, pero no su cultura, el método por siglos fue no pienses, sólo obedece.
Para el filósofo mexicano la respuesta a occidente se dio con la Revolución Mexicana, éste movimiento armado no sólo fue un estallido original, singular, interno, sino que además propició una enorme identidad cultural en México, Zea afirma: “Dentro de un fondo en el que lo indígena da el color natural y local, se expresan formas artísticas de técnica occidental pero de interpretación nacional. La moda es ahora ese nacionalismo que alarma a quienes se conformaban con estar enterados de las últimas producciones de la cultura llamada universal.”
En los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX a la filosofía europea no le interesábamos por no ser parte de la historia creativa e intelectual. En el siglo XX le respondimos al mundo cuando el gran muralista David Alfaro Siqueiros manifestó: “Alguna vez envidiamos a los florentinos del Renacimiento la suerte de haber podido ver cómo surgían de la piedra el Moisés y la Piedad, cómo nacía Venus de una concha en el mar, cómo Dios tocaba el dedo del hombre para darle vida, cómo se cerraban las curvas de las cúpulas y crecían las torres de los campanarios. Algún día otros hombres nos envidiarán a nosotros, los mexicanos de hoy, el ser testigos de una labor que seguramente requiere la distancia del tiempo para apreciar sus proporciones”.
Mi estimado lector, finalmente hoy ya no estamos apartados y relegados del mundo, somos parte del concierto mundial, vivimos nuestra propia identidad, tenemos una manera original de pensar, todo esto es filosofar, es decir, problematizar, ejercitar nuestra razón, y eso basta para que la razón nos dicte que hay mucho por hacer, pero que por lo pronto en éste mes patrio tenemos que sentirnos orgullosos y gritar ¡Viva México!
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