Y el grito se hizo escuchar:
–¿Qué pedimos los ciudadanos a los candidatos a diputados?
–¡Propuestas de trabajo!
–¿Y qué más pedimos a los candidatos a diputados?
–¡Campañas sin agresiones!
–¿Y qué esperamos para pedírselo?
–¡Terminar de leer los últimos chismes contra los candidatos!
Parece chiste, pero es en serio.
II
El clamor entre medios, editores, columnistas, así como entre ciudadanos, es que los candidatos no tienen propuestas de trabajo. Realmente sí las tienen, pero la difusión de éstas o no se da o sencillamente se pierden entre los dimes y diretes, descalificaciones, ataques y denuncias que parecen más atractivos que cualquier propuesta de trabajo. La otra es endulzarle el oído al electorado.
El ejemplo más claro lo da el candidato del PT, Magno Garcimarrero:
“Debo admitir que anteayer en el debate organizado por las cámaras de la Industria y el Comercio, me fue de la cachetada, porque calculé mal: supuse que en 10 minutos tendría tiempo de leer uno de mis proyectos y no alcancé más que tres hojas de las nueve. Me equivoqué al ofrecerle al público un tema difícil desde el punto de vista técnico y filosófico (Imagino que se refiere al derecho a la muerte voluntaria asistida). No lo vuelvo a hacer. La gente va a esos encuentros con ánimo de escuchar decir al candidato lo que ellos quieren oír: si son comerciantes, cómo tener más clientela; si son industriales, cómo mejorar la productividad; si son subempleados, cómo conseguir trabajo y, yo confieso que voy a lo que voy… si es que voy, y no inventaré ofertas ni promesas sólo por ganarme el voto corporativo que, ya de entrada es una forma de votar que siempre he combatido porque subordina la decisión personal al interés de un grupo, que no siempre mira hacia el beneficio común”.
III
En pocas palabras, creo que debemos aceptar dos cosas:
Primero: El demandar propuestas a los candidatos por parte de los comunicadores pareciera ser un grito desesperado para que los llamen y les digan: “Mira, periodista… mi propuesta de trabajo es ésta”…
–¡Ah! ¡Qué interesante! ¡Te vendo un paquete de publicidad!
Y eso sería lo mejor, pensando bien. Lo peor sería que el comunicador esté incomunicado y no se haya dado a la tarea de investigar las propuestas del sujeto del deseo.
La otra cosa por aceptar es que aun cuando el candidato explique una y otra vez al electorado, promueva en sus redes sociales, en volantes o verbalmente, es posible que al grueso de la población realmente le valga madres ello y quiera saber mejor con quién se acuesta el candidato; cuántos hijos regados tiene; si lo investiga la PGR; si se robó y cuánto en el último puesto en que estuvo; o si es gay…
Sí, las encuestas pueden decir que el ciudadano quiere propuestas y no ataques pero la realidad es que aun cuando haya ideas, nadie se va a acordar de ellas ante cualquier comercial que diga “nos rompemos la madre”, “duele más un golpe en los bolsillos que en los huevos”, pues al final, las campañas no dejan de ser igual a cualquier noticiario o diario: Las buenas noticias no venden como el escándalo.

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