Mi primera vez fue rara… no sabía qué hacer… estaba frente a ella y creía que tenía todo el tiempo para observarla, mirarla, verla de arriba para abajo… pero no. Había gente esperando a que terminara. Ya había cumplido 18 años y aunque soñé varias veces con hacerlo, nunca pregunté antes qué se tenía qué hacer, cómo hacerlo… remotamente tenía una idea pues mi precocidad me llevó a ver en más de una ocasión lo que hacía mi mamá y conocía a las personas con las que se juntaba; pero una cosa es verlo, oírlo, y otra es tenerla frente a ti, tendida frente a ti, y no saber qué hacer, por eso yo quería tomarme un tiempo para verla de arriba a abajo, pero creo que se desesperaron los que esperaban que mi tío Beto, sin decir agua va, se acercó a mi lado y dijo: “¡Aquí, aquí!” y no me pude contener más, quizás motivado por la enjundia de mi tío, fue que empuñé ese crayón y taché al PRI… ¡así fue mi primera elección!
II
Sé que me pueden estar mentando la madre muchos por mi primera vez electoral, pero crecí en una familia de priistas, sindicalistas, activistas.
La única división que podía haber en la familia era de futbol, pero en política, el voto era para el PRI. Quizás costumbre, quizás inercia, no sé.
Eran otros tiempos donde se estaba convencido de la militancia. No recuerdo que a mi familia le dieran vales, despensas, gorras, mandiles o accesorios diversos. Se creía en el partido y se le defendía dando el voto por convicción y punto.
III
Del 2000 a esta fecha, es la primera vez que tengo la percepción de que la sociedad está harta del PRI, pero por ser el partido en el poder. Si estuviera el PAN, la animadversión sería anti-azul. Por cierto, también hay desencanto en el PAN y el PRD que junto con el PVEM, han sido partícipes de esas reformas que consideramos la Caja de Pandora de todos nuestros males como ciudadanos… empleos mal pagados, carestía en ascenso que no tiene para cuándo parar, inseguridad latente, incertidumbre social y una falta de credibilidad a cualquier candidato y sí, claro, con mayor fuerza a todo lo que represente al partido en el poder.
Y es curioso, porque desde que tengo uso de razón, el Presidente en turno nunca ha estado en el ánimo de la ciudadanía por relacionarlo con la famosa Crisis que en mi caso, al menos, vengo escuchando desde los 70.
También es común escuchar desde hace años al famoso “enemigo a vencer”: El abstencionismo. Sólo en el 2000 se rompió el hechizo pero pasada esta elección de nuevo volvió a aparecer.
IV
Faltan menos de 20 días para las elecciones. En el PRI, hay la confianza de que su voto duro, multiplicado por el programa interno “Suma Dos” les dé para alcanzar millón y medio de sufragios que les pueda garantizar arriba de los 14 distritos.
En el resto de los partidos, la apuesta se centra en que la gente salga a votar, casi igual como ocurrió en el 2000, pero realmente en esa fecha, la opción se concentraba en el PAN. Hoy, los blanquiazules se deslindaron de su responsabilidad en las reformas propuestas por el Presidente y avaladas por el Congreso y tratan de aparentar ser unos paladines justicieros que están lejos de ser. El PRD, al menos en Veracruz, está dividido en rojo y amarillo y a pesar de ser cromos tan diferentes, en sus candidatos no sabemos de qué lado están.
Uno pudiera decir: “Tenemos además de esos tres (PAN, PRI-Verde y PRD-PT), otras opciones”, pero nuestro pluripartidismo pareciera más calculado a la atomización del voto que a la democracia.
Luego entonces, quienes sueñan con el cambio, esperan que el abstencionismo pase a la historia.
V
Hace algunos años, cuando las reglas no estaban tan estrictas, no faltaba aquél que instaba al elector dubitativo a ejercer su derecho a señalar a un partido con un crayón. “¡Marque con una cruz a ese partido, ése es el malo, táchelo!” y la gente, atosigada por el rencor, cruzaba con una espantosa equis al PRI.

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