A Charo Vera no la conocen. Es más, aseguran los reporteros que nunca la han visto ni en recorridos, como tampoco a Verónica Pulido, la dirigente del PAN municipal en el Puerto. Apenas ayer salió a la luz pública la suplente. Tiene diez días para hacer lo que no hizo en 50: campaña.
Las circunstancias dejan a Gabriela Ramírez fuera de la jugada al menos por una semana, calcula Sergio Cortina, coordinador de campaña de la panista, pero la van a seguir con la suplente, con la presidenta del PAN municipal, con demás panistas como Juan Bueno Torio, con Fernando y Miguel Ángel Yunes… lo que confirma la tesis que escribía ayer: Anilú Ingram se enfrenta al PAN, no a Gabriela Ramírez.
Una esquela del Comité Directivo Municipal del PAN en Veracruz aparece en el Notiver. Es para Gabriela Ramírez y su esposo Antonio Illescas, por los sucesos ocurridos tras la lamentable interrupción involuntaria de su embarazo.
Se pudiera decir que hasta ahí, es comprensible que el panismo porteño quiera externar la solidaridad con su compañera de partido. El asunto es cuando en rueda de prensa, la misma Verónica Pulido, dirigente municipal blanquiazul, pretenda, con tintes electorales, “llamar a la solidaridad”. Previo y al final de la rueda de prensa que da el PAN para presentar a la suplente de Gabriela Ramírez que convalece, dice Verónica Pulido: “En las mujeres va a haber una gran solidaridad hacia nuestra compañera porque fue algo involuntario, fueron situaciones, por eso estamos aquí, dando la solidaridad”. Y agrega: “Quiero recalcar y espero de ustedes (los reporteros) la solidaridad; nos debe de ver más la cuestión emocional y de dolor que vive Gaby Ramírez”.
Si bien es lamentable el trance que vive Gabriela Ramírez, es reprobable el comportamiento de Verónica Pulido, de hacer de la desgracia de su compañera, una bandera electoral.

La Güera del Verde
A Carla Vega la reciben con chiflidos… con el clásico silbido: ¡Fiu-fiu! Es guapa. El aprovechón saca su celular y le pide una foto con ella. El que pasa en la camioneta con sus amigos silba su belleza. El señor educado le chulea los ojos. El anciano, con cariño, le da la bendición. Es la suplente de Elizabeth Morales. Y en un distrito tan amplio, la mejor táctica para cubrir mayor terreno en una campaña de a pie, de puerta por puerta, de convencimiento, abrir dos frentes fue la mejor idea.
Misma fórmula aplica Anilú Ingram y Luz Baxzi. La estrategia puede funcionar en aras de alcanzar más terreno pero sobre todo, convencer, porque de eso se trata en estas elecciones.
Avenida Ébano. Colonia 21 de Marzo. Xalapa. ¡Fuera los caballos! exclama una señora que asegura que maltratan mucho a los equinos que jalan carretas de basura. “¡Son de Reynaldo Escobar!”, asegura. Alguien toma apuntes, mientras una señora dice a otra: “Vamos a ver a la Güerita”.
–¿Quién es?
–Es la candidata…
La gente la recibe como tal, la trata como tal y la apoya como tal. Carla explica su papel en la fórmula que ha de buscar la curul este siete de junio. Aporta sus propuestas y aclara confusiones, pero no sólo la de la suplencia, sino la famosa “cuota escolar” pues mucha gente piensa que la cuota de inscripción se “eliminó”.
En el recorrido hay de todo. Gente que le da todo su apoyo, que le da la bendición, que se une al recorrido, que la dan como triunfadora como también hay quienes le dicen que ya no creen en ningún partido, en ninguna propuesta, en ningún candidato.
Es a estos últimos al que les da más tiempo. Los escucha y una vez que han dicho todo lo que tenían que decir, lanza su propuesta en torno a un programa de becas nacional, inglés y computación como clases básicas en cualquier escuela, apoyo a madres solteras, y otros.
No es una tarea fácil convencer a la gente, pero ella lo sabe: no iba a ser fácil.
Y mientras un señor le batea todo su malestar contra los políticos, una señora le desea el triunfo.
Se encuentra con unos paisanos de Zongolica. Le piden que los ayude a vender sus muebles. Les promete mostrarles programas a través de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, pero una vez que pasen las elecciones. Ellos lo entienden… le dan su teléfono y esperan que cumpla su palabra.
Hay gente que se le acerca a pedirle de todo… tiene que explicarle que las nuevas reglas prohíben ciertas cosas. Hay quien entiende… hay quien no. Hay quien sólo se acerca a saludarla, en especial las señoras… “se ve en su persona que trae buenas ideas”…
Más de tres horas de recorrido bajo un inclemente sol y hace un alto. Checa agenda. Tiene otro compromiso. El equipo de Carla Vega hace cálculos: Diez días y acaba la campaña. En los ojos de algunas de sus compañeras se asoman las lágrimas. Dos personas se acercan. Una mujer y un joven: “Queremos participar con usted en su campaña”, le dicen. –Pero es voluntario, no hay paga– les aclaran. “No importa… queremos acompañarla”.
Subimos al carro. Tiene la boca seca pero aún así, no pierde la sonrisa. Dejamos atrás la avenida Ébano y también los silbidos, los “Fiu-fiu” a la Güera del Verde.

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