En el pasado mes de mayo murió en Montevideo, Uruguay, el gran escritor, periodista, dramaturgo, Carlos Maggi (1922-2015), quien fue uno de los escritores uruguayos más representativos en las últimas décadas. Carlos Maggi perteneció a una generación de escritores que en Uruguay fue conocida como la “Generación crítica” o “Generación del 45”, éste dato es muy importante, porque será a partir de un estilo crítico, agudo, claro y puntual, como se desarrollará gran parte de la obra del escritor uruguayo.
Toda obra literaria tiene su propio valor artístico, pero cuando el contenido posee una fuerte crítica ya sea social, política, o de cualquier otra índole, considero que el valor es doble, porque la crítica por lo regular siempre nos despierta, y aunque a veces duele, la autocrítica y la crítica son indispensables para poder aspirar a una mejor vida individual y social.
Carlos Maggi fue un escritor que realizó una constante crítica social y política, lo antes afirmado lo podrán corroborar leyendo una de sus obras de teatro más famosas e influyentes en Uruguay, titulada: Esperando a Rodó. En esta magistral obra, Carlos Maggi plantea la autocrítica y la crítica, éste punto es fundamental, porque normalmente es muy cómodo culpar al corrupto Gobierno de todos nuestros males, pero también es importante reconocer que como ciudadanos somos corresponsables del buen o mal funcionamiento de la sociedad.
Está demostrado que en las sociedades pasivas, desinteresadas, apáticas, es donde se dan los más altos grados de corrupción y se instauran los Gobiernos tiránicos, lo anterior es uno de los puntos centrales que aborda Calos Maggi en la obra Esperando a Rodó. En esta obra casi todos los personajes son apáticos y viven del pasado, sin embargo, debes en cuando alguno de ellos tiene momentos de conciencia social y lucidez, como cuando María expresa: “Pero algo tiene que pasar. No podemos seguir así, esperando, no aguanto esto de envejecer y morirme entre estas cuatro paredes. Necesito encontrarle alguna justificación, un sentido.”
La pequeña obra de teatro gira alrededor de cuatro personajes los cuales son: Juan, María, Pedro y Rosa, estos cuatro personajes apáticos, primeramente viven esperando la llegada del maestro José Enrique Rodó, quien había sido uno de los grandes escritores uruguayos de la segunda mitad del siglo XIX y los primeros 17 años del siglo XX, Rodó llegó a ser tan admirado en Uruguay que se le llamó “El maestro de la juventud.”
Los personajes esperan y esperan a José Enrique Rodó, Pedro en su apatía y espera expresó: “Pedro. –Lo más lindo de estudiar es esto de hacer pasar el tiempo con provecho, así como nosotros, esperando sin hacer nada. Yo, hace 22 años, dos meses y 24 días que espero en esta facultad. Juan. – ¡Linda vida! Casi las 8 y cuarto y nada. Me gustaría saber que piensa este señor José Enrique Rodó. Rosa. – ¿Oyeron? Me parece que llega. ¿Por qué no se fijan? A lo mejor es él. Está por llegar. Fíjate, Juan. (Pausa. Comienza a oírse la voz de Gardel cantando Mi Noche Triste).”
Por supuesto que José Enrique Rodó nunca llegará e incluso resulta interesante como Carlos Maggi juega con los tiempos, porque Rodó murió en 1917, precisamente el año en que Carlos Gardel cantó su primer tango titulado: Mi Noche Triste, por lo tanto, Rodó representa un pasado que nunca volverá, y lo más preocupante es que los personajes no se dan cuenta o no quieren darse cuenta, que son ellos los que tienen que trabajar y crear un mejor presente.
Toda la obra se desarrolla en una escena, a pesar de ello son diferentes los escenarios planteados, en un momento los personajes esperan a Rodó, en otro son trabajadores en una oficina de Gobierno de jubilación, donde no hacen nada y nunca aparece ni el expediente de los ancianos que se quieren jubilar ni mucho menos el dinero, pero como ciudadanos cómplices de un Gobierno corrupto, Rosa expresa: “Son como una jauría de perros corriendo atrás de sus malditos expedientes. Es lo que dice el doctor: si no hubiera viejos, la Caja de Jubilaciones sería perfecta.”
Independientemente a todos los escenarios que el lector podrá encontrar en Esperando a Rodó, en todos Carlos Maggi nos presenta a un ciudadano cómplice de la corrupción cuando forma parte de un sistema, y por otra parte a un ciudadano pasivo el cual no hace nada por cambiar su realidad. Maggi en diferentes momentos hace entrar en conciencia social a sus personajes, es por ello que Pedro quien cobraba en el Gobierno sin trabajar declaró:
“Pedro. –No entendés lo que estoy diciendo. Necesito hacer algo y saber que eso es lo mío y tener satisfacción en mi trabajo. Necesito dedicarme a algo. ¿Sabés que quiere decir dedicarse? Jugarse entero. ¿Te das cuenta, Juan? Todos queremos tener nuestro pan chico de cada día. Y yo quiero ganarme la vida. Estoy harto de perder la vida desperdiciándome, desperdigándome, dispersándome, esperando. Exijo que me den un empleo, no un sueldo. Un empleo para sentirme que me empleo a fondo, que en eso voy con todo. ¿Comprendés? Me conformaría con una bocina y un cartel y un bonete colorado; salir a la calle y armar revuelo, conmover a la gente, hacer un poco de escándalo porque se necesita justicia o más simplemente: porque yo necesito soñar. Soy demasiado joven para estar tan viejo, esperando.”
En el último escenario de la obra de teatro, Juan está muerto y apestoso, pero al final Carlos Maggi no fue extremadamente pesimista y derrotista, tuvo fe en un verdadero cambio de consciencia y responsabilidad social, por eso Juan de la muerte se levanta y declara: “Juan. –Ciudadanos: el momento decisivo ha llegado. ¡No más titubeos, sino decisión!” Y todo el pueblo hasta entonces pasivo y apático representado por Rosa, Pedro y María aclaman. – ¡Muy bien! ¡Muy bien! Se cierra el telón.
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