«El alma de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa, también se esfumó ese noche del 26 de septiembre de 2014 cuando la Policía Municipal desapareció a 43 de sus estudiantes. Las aulas se convirtieron en el refugio de los padres que han llorado cada uno de los 359 días de ausencia de sus hijos, y las horas que los normalistas deberían haber invertido en prepararse para ser los maestros de sus comunidades rurales, las ocuparon para exigir al gobierno el regreso de sus compañeros. Desde hace casi un año ningún profesor ha vuelto a dictar una clase en esas aulas. El acuerdo con la Secretaría de Gobernación fue que entregan algunas tareas previstas en el plan de estudios y que se pasaran a todos los alumnos con 9 y 10». La nota es de Claudia solera en «Excélsior».