Catrinas por aquí, catrinas por allá, pasando por delante del carro, por detrás, y todas tenían un destino común: el Panteón 5 de Febrero.

Le platico a la Mujer que en mi infancia, el único recuerdo que tengo de estos Días de Todos Santos era un altar que visitaban niños muertos en un día, y adultos muertos en otro… Que en mi adolescencia, la tradición siguió y aun cuando ya se impregnaban estas fechas con películas como “Halloween”, no trascendía más de una euforia juvenil por ir al cine y temer que entre las sombras de la noche saltara “Jason”. Ya adulto, los jóvenes empezaron a disfrazarse y hablar del “Halloween”… y ahora que araño los 50, veo un interés en que las Catrinas superen a las Brujas… El Camino de los Muertos que organizó el ayuntamiento de Xalapa lo confirma…

Pero hay algo más que le comenté a la Mujer respecto a estos días de Muertos: ¡Los cuentos de terror! ¡la llorona! ¡el charro negro! ¡el fantasma! ¡el diablo! ¡los duendes! Bastaba que se reuniera la palomilla en la calle, en una casa, pero siempre de noche, para darle un toque especial a las narraciones…

Hoy, creo que esos cuentos ya no espantan… los tiempos han cambiado y se requiere de otras emociones. Por eso, y tratando de ser contemporáneo con las nuevas generaciones, trataré de brindarles algunos cuentos cortos de terror:

Zombies

–¡Abre, mamá, abre!

La puerta se abrió y la adolescente se refugió en unos brazos que la cuestionaban:

–¿Qué tienes hija? ¡Qué te pasa!

–¡Mi papá es un zombie! ¡Deambula con paso torpe, gimiendo con los brazos por delante!

–No, hija, no… tu papá no es un Zombie… ¡está desempleado y pide a quien sea trabajo!

El infierno

–¡Quiero poder, dinero, casas!, ¡vamos! que mis futuras generaciones, mis hijos, mis nietos, no sufran carencias!

–¡Te lo concedo! Pero el precio es muy alto…

–Lo que sea, estoy dispuesto a todo…

–Está bien, firma aquí y entrégame las almas de todos los veracruzanos…

Y desde entonces, Veracruz vive en el infierno.

Quedan pocos

Un grito en el Hospital de Oncología cimbró a todos…

–¡Director! ¡Director! ¡las enfermeras vieron a otro fantasma!

–¿Todo bien?

–No, renunciaron…

–¡Demonios! Bueno… mientras, siga suministrando el medicamento caduco a los niños… ya quedan pocos.

La Llorona

No creía en La Llorona. Era el clásico escéptico. Por eso, no tuvo miedo de caminar cerca del río. De repente, de la nada, ¡apareció clamando por su hija! ¡llorando por su hija! ¡gimiendo por su hija! ¡y él se rió! Siguió caminando… No creía en La Llorona.

El perdón

Ouija en mano, invocó a los fantasmas… uno por uno, a cada quien, llamó por su nombre… un frío como susurro recorrió su espina dorsal… los fantasmas chocarreros desataron su furia. “¡Pide perdón!”, le recomendaron al profanador… “¡no tengo porqué pedir perdón!”… y altivo como un Cisne, se burló de los fantasmas.

smcainito@nullgmail.com