Sus ojos dibujan cansancio. No es para menos. Muchas de ellas hicieron un recorrido de dos horas, mínimo; o más de cinco horas, máximo. No sólo tienen cita con el médico, sino con una constante lucha contra el destino, o el destino de sus hijos que, contrario a ellas, sus ojos dibujan una alegría cuando de sus manos explotan elefantes, conejitos, leones y patitos de masa… A pesar de que tienen cáncer.

La espera del secretario de Desarrollo Social federal, José Antonio Meade; del estatal, Alfredo Ferrari Saavedra; de la delegada Anilú Ingram Vallines; del gobernador Javier Duarte de Ochoa; y de la señora Ossy Pirez, presidenta del DIF de Orizaba, sólo es percibida por directivos del Hospital General de Río Blanco, por reporteros locales esperando entrar, por prensa nacional que ya está adentro, pero no para esa cantidad de madres silenciosas que acompañan a sus hijos en ese tercer piso donde el tiempo transcurre lento.

El arribo esperado de los funcionarios anunciado por un maestro de ceremonias ignorado por los presentes, sólo arrancó la sonrisa de algunos niños cuando Duarte de Ochoa preguntaba el sabor de las paletas que saboreaban mientras hacían sus figuras de masa.

La intervención de doña Pera, una madre que llegó con su hija con cáncer en el brazo, cuyo tratamiento se calculó en año y medio, y al final se prolongó por 8 ó 9 años, tuvo un clamor para Meade y Duarte: «No nos dejen solas». Sí, solas, porque allí sólo había madres con sus hijos.

No obstante, hubo el gusto de ver de nuevo al titular de Sedesol federal, pero eso sí, «estaba más gordito», se sinceró doña Pera, lo que arrancó la risa de los presentes y la exclamación de Duarte: «Ves que sí funciona la dieta».

Doña Pera cuenta que un día, no sólo su hija venció esa lucha contra el cáncer, sino que además le tenía otra sorpresa: la iba a hacer abuela y lo fue de una niña llamada Esperancita. Lo bello de esta historia es saber que alguien que desde pequeña luchó por su vida, hoy estaba dando vida, gracias a la fe, y sobre todo, a una mujer que durante muchos años, hizo de esta lucha de madres e hijos contra el cáncer, su lucha: Ossy Pirez de Diez, presidenta de la Asociación Orizaba Propone (Aopac).

Es Ossy Pirez quien al tomar la palabra, estremece cuando da cuenta que hay niños de 56 municipios los que atienden de cáncer en el área oncológica del Hospital Regional y que si bien, se tienen muchos casos de éxito, no se pueden dar el lujo de ver a qué pequeño ayudan y a cuál no, por eso, pidió al titular de Sedesol federal, que lleguen los recursos a tiempo del Seguro Popular, “lo solicitamos desde el alma”, porque la Aopac, con 28 años de servicio a la población más vulnerable, le toca hacer el pago total de tratamiento y medicinas a esas familias que no gozan del Seguro Popular. Por supuesto, el titular de Sedesol, Meade Kuribreña, se comprometió a atender la petición de la Aopac y además, espera que doña Pera ¡invite al bautizo!

Por su parte, Duarte de Ochoa comentó que hace unos días, su Gobierno destinó 35 millones de pesos de inversión para la sala de Imagenología de este nosocomio y gracias al apoyo que desde el Gobierno de la República se recibe, Veracruz pudo participar en la licitación consolidada de medicamentos, lo que permitió garantizar el cien por ciento del abasto de medicamentos oncológicos en toda la entidad, mismos que por su alta especialidad resultan sumamente costosos para su adquisición por otros mecanismos.

Duarte de Ochoa igual deseó poder seguir conociendo testimonios como la de doña Pera y su hija; “queremos más historias que nos hagan sensibilizarnos y emocionarnos, y ver que es posible salir adelante todos juntos”.

Entre la marabunta de fotógrafos, tres gorritas se movían. Gorritas que cubren las calvas de Dany, Alberto y Jonhatan, quienes entregaron un arcón a Meade Kuribreña y hay que resaltar el mensaje de Bernardo, presumido por Ossy Pirez, como el más positivo de los niños en su lucha contra el cáncer, quien dio un mensaje de bienvenida a los funcionarios en náhuatl.

El recorrido por otras áreas de ese tercer piso por parte de Pepe Toño Meade, Javier Duarte, Alfredo Ferrari y Anilú Ingram, con Ossy Pirez, así como el retiro de cámaras, fotógrafos y reporteros, hace que en esa sala de nuevo aparezcan las cabecitas de escaso pelo, de las pelonas cubiertas por gorros o sonrisas ocultas con tapabocas, pero de ojos limpios; algunos que saben que algo tienen y otros que no, pero que en sus manos generan la alegría de crear de la nada y de la masa, un cochinito, un elefante, un gusanito, un patito, un pollito, ante los rostros de esas madres de miradas no tristes, sino cansadas, opacadas, pero resistentes, que apenas y esbozan una sonrisa, porque mientras sus niños y niñas libran una batalla con tratamiento, quimioterapia y medicinas contra el cáncer, ellas por dentro libran su propia batalla porque no muera la esperanza.

PD

Del convenio de la Aievac con Sedesol, celebrado en Orizaba, lo comentaré mañana.