En México, más que en otros países, el hecho de nacer en un determinado estrato social define el progreso económico en la vida adulta, revela un análisis hecho por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
Sólo alrededor del 31 por ciento de personas que provienen de los estratos sociales más bajos tienen un trabajo formal, plantea el estudio.
Divididos los estratos sociales en cinco quintiles, el CEEY determinó que al menos el 60 por ciento de los mexicanos que provienen de las clases sociales más altas han reportado que su primer trabajo fue uno formal.
“Esto afecta directamente el acceso al crédito, a las afores para tener una pensión digna. Vemos que México el crédito es del 30 por ciento, siendo que en Latinoamérica es del 51 por ciento del PIB. Las personas en la informalidad suelen acceder a créditos informales”, dijo Enrique Díaz-Infante Chapa, director del Programa Sector Financiero y Seguridad Social de la institución.
Rodolfo de la Torre García, director del Programa de Desarrollo Social con Equidad del CEEY, apuntó que la alta desigualdad y la falta de crecimiento económico del país de México tienen su origen en la falta de movimiento.
“Cuando existe desigualdad de oportunidades, la movilidad es muy baja, y en consecuencia las posibilidades de salir de la pobreza son menores. En México la pobreza ha sido estable, eso lo vemos en la pobreza de patrimonio o la alimentaria, eso no ha cambiado en los últimos 14 años. Lo mismo hemos visto con la desigualdad según el código de Gini”, explicó de la Torre.
De acuerdo con el CEEY, las personas en pobreza extrema no pueden acceder a la educación, lo que ha repercutido en sus aspiraciones de progreso económico.
“Se está transmitiendo intergeneracionalmente la desigualdad. La baja escolaridad de los padres influye en los hijos”, dijo de la Torre.
El CEEY reportó que los hijos de padres en los estratos sociales más bajos no tienen tantos problemas para asistir a la primaria, pero sí para llegar a la universidad. Esta falta de oportunidad impacta especialmente entre las edades de 19 a 24 años.
Marcelo Delajera, Director de Crecimiento Económico y Mercado Laboral en el CEEY, apuntó que actualmente en México el debate se ha centrado entre crecer económicamente o la repartición de la riqueza. Sin embargo, la falta de movilidad social incide en ambas.
“Lo que vemos en los países más avanzados es que hay mayor crecimiento pero también mayor desigualad. Entonces, el debate está mal orientando. Y la simple redistribución de la riqueza no asegura un crecimiento económico”, dijo Delajera.
Enrique Cárdenas, director de la institución, apuntó que la manera de romper este ciclo es con accesos efectivos a la salud, a la educación y a la protección de las personas. Así como con políticas fiscales y de crecimiento económico.
“Vemos que la corrupción juega un papel importante. Si no se resuelve, este tema afecta la forma en que impone la base gravable, la gente dice cómo me vas a cobrar impuestos si todo se lo van a robar”, expuso. De acuerdo con el Banco de México, la corrupción le costó a México en el 2015 el 9 por ciento del PIB.
De acuerdo con el CEEY si bien es normal que cada individuo alcance diferentes niveles de crecimiento, en este momento los hijos de esos individuos no están partiendo desde las mismas condiciones para superarse.