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Crónica del Poder

“Mi trabajo es servir, ayudar y atender bien a la gente todos los días; cumplir, hacer lo que me toca de la mejor manera posible; las ideologías, las siglas y los colores son otra cosa”. Ésa es la filosofía de María Teresa Portilla Arellano, trabajadora del Ayuntamiento de Xalapa desde hace 36 años.

Xalapeña de nacimiento, egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana (UV), aún no tiene nietos porque sus tres hijos salieron muy estudiosos: una es profesora, otro es contador público y uno más que está por ingresar a la universidad, lo cual es muy gratificante para ella.

“Estoy muy contenta, a pesar de que ya son muchos años aquí. Pero también consciente de que hay que ceder el paso a las nuevas generaciones, que están buscando una oportunidad”. Recuerda que entró a trabajar al Ayuntamiento cuando era presidente municipal Carlos Padilla Becerra, de manera que ha visto pasar a 16 alcaldes. Actualmente, en la Regiduría II.

El trato con la gente es lo mío –expresa manteniendo la sonrisa sin darse cuenta-, es lo que me gusta. “Sé convivir con ellos, conozco sus necesidades y sé cómo canalizarlas. Aquí vienen a pedir informes y a mí me fascina decirles cómo hacerlo”.

María Teresa siempre trata de que se lleven una imagen agradable del Ayuntamiento, “que la gente se vaya contenta porque le dimos un buen trato. He disfrutado mucho este trabajo, sin duda”.

Llegó a ser Subdirectora de Desarrollo Municipal, Coordinadora en la Dirección de Gobernación y en la Secretaría del Ayuntamiento fue responsable del área de Jefes de Manzana, cuando se logró la regularización de todos estos núcleos poblacionales y la integración de sus representantes.

Entonces, la Dirección de Desarrollo Municipal comprendía Agua Potable, Parques y Jardines, Jefes de Manzana y Participación Ciudadana. “Éramos diez trabajadores y abarcábamos todo eso. Fue una época muy bonita, de reestructuración”.

Recuerda que en ese tiempo Palacio Municipal no lucía como ahora, ya que no contaba con toda la parte oeste, la que colinda con el Callejón de Rojas, ahí estaba la tienda del Issste, pero el gobierno municipal la adquirió y adaptó para integrarla a todo el conjunto arquitectónico. Era 1980.

“En ese tiempo los de Desarrollo Municipal nos fuimos a trabajar a Teatro del Estado en lo que aquí se realizaban los trabajos. Luego regresamos a Palacio ya como está ahora y vinieron muchos cambios en la administración, muchos movimientos y entonces me pasaron a ésta, que entonces era la Regiduría VII, con la licenciada Ana María González, y desde entonces aquí estoy”.

En los últimos 36 años, la labor de María Teresa ha sido hablar con la gente, animarla a colaborar con el Ayuntamiento en la realización de obras. “Mi trato siempre ha sido con el público. He ido aprendiendo sobre la marcha y disciplinarme para no invadir el área de otro”.

Recuerdo que, en algunas ocasiones, “a las siete de la noche andaba haciendo patronatos allá por la colonia Campo de Tiro y nunca tuve ningún percance”.

La importancia de los detalles

Tiene gratos recuerdos de los alcaldes con los que ha trabajado directamente. Manuel Fernández Ávila, por ejemplo, siempre tenía un detalle para su personal. “Una vez me pidió que ayudara a su esposa durante una campaña de vacunación en las colonias, que yo coordinara y tuviera todo listo”. Así fue y la jornada resultó exitosa.

“Cuando llegué a casa, me esperaba una caja con un regalote que me enviaron con una tarjetita que aún conservo, porque dice unas palabras muy bonitas de agradecimiento por mi atención, por mi apoyo, para que el trabajo saliera bien”.

También ha visto a varios alcaldes acercarse a salir de su oficina para saludar y platicar con el personal, con un conserje, con los boleros… “A quienes son así, los que más años tenemos aquí los recordamos con mucho cariño”. Y muchos que acuden a las oficinas municipales, sin duda, también se llevan gratos recuerdos de gente como María Teresa.