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EFE

El Pentágono afirmó hoy que el bombardeo a un hospital de Médicos sin Fronteras en Afganistán no es un crimen de guerra porque “no fue deliberado” y confirmó sanciones leves a 16 militares por una operación que dejó 42 muertos y que se produjo “en una extremadamente intensa situación de combate”.

“El hecho de que no fuese intencionado lo exime del ámbito de constituir un crimen de guerra deliberado”, señaló el general Joseph L. Votel, que dirige el Comando Central a cargo de las operaciones estadounidenses en Oriente Medio, en una rueda de prensa.

En la presentación de la investigación oficial del ataque que dejó 42 muertos en Kunduz, en el norte de Afganistán, Votel consideró lo ocurrido como un “trágico” evento consecuencia de “una combinación de errores humanos y técnicos”.

El militar agregó que el Ejército de EU está “completamente comprometido con aprender de esta tragedia y minimizar el riesgo de muertes civiles durante futuras operaciones de combate”.

Ante los periodistas, el jefe del Comando Central reconoció que el hospital estaba en la lista de objetivos “a no bombardear”, pero indicó que la tripulación “no tuvo acceso” a esa información durante el ataque “en una situación de combate extremadamente intensa” contra los talibanes.

Votel anunció que Estados Unidos construirá una nueva instalación médica en la zona por valor de 5,7 millones de dólares, y pagará 6.000 dólares de indemnización por cada víctima mortal y 3.000 a cada uno de los 170 heridos.

La operación duró cerca de 30 minutos y supuso la muerte de 24 pacientes, 14 miembros de la organización médica y de 4 vigilantes del hospital.

De acuerdo con el informe, la tripulación del avión con armamento pesado AC-130 confundió el hospital de Médicos sin Fronteras (MSF) con una posición de talibanes que se encontraba a 400 metros.

Asimismo, el Pentágono confirmó la imposición de sanciones leves a 16 militares, entre los que figuran un general de dos estrellas, la tripulación del avión que participó en la operación y miembros de las fuerzas especiales del Ejército de Tierra de EU.

Uno de los oficiales fue suspendido de su puesto de mando y retirado de Afganistán, mientras que el resto recibió sanciones menores, como cartas de reprimenda y la vuelta a cursos de entrenamiento.

Médicos sin Fronteras había calificado el ataque como “brutal” y exigido una investigación independiente, algo a lo que EU se ha negado.

Desde la Casa Blanca, el portavoz Josh Earnest recalcó que EU. se toma un “tremendo” esfuerzo para que no haya bajas civiles y reiteró la tristeza expresada en su momento por el presidente Barack Obama por ese incidente, que calificó de “tragedia genuina”,

Earnest, en su conferencia de prensa diaria, destacó la “transparencia” del reporte oficial y aseveró que ofrece una “perspectiva objetiva”, ya que la investigación se llevó a cabo “fuera de la cadena de mando”.

Por su parte, MSF indicó en un comunicado de Meinie Nicolai, su presidenta en Bélgica, que el informe de EU “supone una admisión de una operación militar incontrolada en una área urbana con gran densidad de población, durante la cual las fuerzas estadounidenses fallaron a la hora de seguir los reglas básicas de guerra”.

“El umbral que debe ser cruzado para que este incidente mortal constituya una grave ruptura de las leyes humanitarias internacionales no es si fue intencional o no (…) Los grupos armados no pueden escapar de sus responsabilidades en el campo de batalla simplemente argumentando que no era su intención atacar una estructura protegida como un hospital”, agregó Nicolai.

Sobre las sanciones leves a los 16 militares, MSF señaló que “está fuera de proporción” con la destrucción del hospital y subrayó que “la falta de una significativa responsabilidad envía una preocupante señal” por lo que es “poco probable que actúe como freno a futuras violaciones del código de guerra”.