Edgar Ospina, de 50 años, pasó una mañana reciente de sábado en el sur de Florida esperando en una larga fila de migrantes para dar el primer paso hacia nacionalizarse estadounidense.
Ospina lleva media vida en Estados Unidos, a donde emigró desde su Colombia natal, y es apto para solicitar la ciudadanía desde 1990. Pero ahora que cada día parece más probable que Donald Trump se convierta en candidato a la Presidencia del país, Ospina decidió no esperar más e inició el papeleo necesario para convertirse en ciudadano.
“Trump nos está dividiendo como país”, comentó Ospina, propietario de una pequeña empresa de reformas de suelos y cocinas. “Es muy negativo sobre los inmigrantes. Tenemos que alzar la voz”.
En todo el país, los migrantes como Ospina están entre las decenas de miles de personas que han solicitado la ciudadanía, en un año en el que la migración ha tomado un lugar central en la campaña electoral, especialmente en las primarias republicanas.
Trump, el favorito de la carrera republicana, ha prometido deportar a los aproximadamente 11 millones de personas que viven en Estados Unidos sin permiso de residencia. También ha prometido prohibir la entrada de musulmanes en el país y amenazado con confiscar las remesas que envían a casa los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Y entre otras medidas contra la inmigración no autorizada, ha propuesto construir un muro, afirmando que el gobierno federal no ha protegido la frontera de la gente y las drogas que entran en el país de forma incontrolada.
Legisladores y activistas defensores de los migrantes afirman que esa retórica ha llevado a muchos residentes nacidos en el extranjero a solicitar la ciudadanía.
“Hay un temor a una Presidencia de Trump”, dijo María Ponce, de iAmerica Action, un grupo de derechos de los inmigrantes con sede en Washington, y que colabora con otras organizaciones para ayudar a los que buscan nacionalizarse dentro de una campaña nacional llamada “Stand Up To Hate” (“De pie frente al odio”) han auspiciado cursos sobre naturalización desde el estado de Washington a Nebraska y Massachusetts.
En todo el país, las solicitudes de naturalización subieron un 14 por cienti en los últimos seis meses de 2015 en comparación con el mismo periodo de 2014, según el gobierno.
Y el grupo de futuros ciudadanos es grande. Casi 9 millones de personas con permiso de residencia o de trabajo pueden reclamar la ciudadanía. De ellos, unos 4 millones son hispanos.
El legislador demócrata por Illinois, Luis Gutiérrez, apareció hace poco en un anuncio de servicio público instando a los migrantes a nacionalizarse para poder votar en noviembre. En el anuncio hizo un chiste con el lema de campaña de Trump, sugiriendo que en realidad quiere decir “Hagamos a América Odiar de Nuevo”.
“Lo hemos visto en el pasado y lo hemos visto de nuevo muchas veces este año”, dijo. “Cuando las comunidades migrantes se sienten atacadas, reaccionan con un gran número de inmigrantes aptos convirtiéndose en ciudadanos y un gran número de ciudadanos aptos convirtiéndose en votantes”.
Erica Bernal, de la Asociación Nacional de Cargos Latinos Electos, indicó que el tono de la campaña presidencia ha unido a los migrantes latinos. El movimiento actual recuerda al de la década de 1990, señaló, cuando los hispanos de California se alzaron contra la propuesta 187, que quería negar servicios del gobierno a personas sin permiso de residencia en el estado. Los tribunales derogaron la medida.
El grupo de Bernal y otras entidades locales de Los Ángeles han emprendido hace poco una campaña regional para instar a los migrantes hispanos a convertirse en estadounidenses. Unos 775 mil migrantes con permiso de residencia en la zona de Los Ángeles pueden optar a la ciudadanía.
Para ser aptos, los migrantes deben haber estado en el país cinco años, completar una solicitud de 21 páginas, que se les tomen las huellas, pasar un examen cívico y de inglés y pagar casi 700 dólares en cuotas.
Iván Parro, coordinador de ciudadanía en la Coalición Inmigrante de Florida, señaló que los migrantes se ríen cuando les pregunta por qué quieren convertirse en estadounidenses.
“‘Usted sabe por qué’, dicen, ‘quiero votar contra el odio y el racismo”’, dijo Parro.
Los migrantes están este año “desesperados por formar parte del proceso político”, añadió.
María Cristina Giraldo, nacida en Colombia y que ya es estadounidense, dijo tener tanto miedo de que Trump se convierta en presidente que llevó a cinco familiares a un taller sobre naturalización en el sur de Florida.
“Trump es anti inmigrantes”, dijo Giraldo, que trabaja limpiando casas. “No sé si es porque es tan bruto en sus discursos o porque no tiene cuidado en lo que dice, pero es muy desagradable con los hispanos”.
Su hermana, Gladys Ceballos, de Hollywood, Florida, se mostró de acuerdo. Está intentando por segunda vez convertirse en ciudadana, tras suspender un primer examen de inglés. Aunque dijo no tener miedo de Trump, tampoco se fía de él.
“Trump es un hombre que diría una cosa hoy y mañana cambiaría de opinión”, dijo a su vez John Haughton, de 66 años e inmigrante jamaicano.
“Quiero que se oiga mi voz”, dijo Haughton, que tiene residencia legal en el país desde 2008.
Seung Baik, de 43 años y nacido en Corea del Sur, llegó a Estados Unidos de adolescente. Él también dijo creer que Trump es demasiado divisivo.
“Me llevó más tiempo convertirme en ciudadano porque no quería solicitarlo y tratarlo como una membresía a algo, como unirse a un club”, comentó Baik, pastor religioso. “El mundo y este país están cambiando, y mi voto importa”.
Baik indicó que no se registraría como demócrata ni republicano, y seguirá siendo independiente. No ha decidido a quién votará en sus primeras elecciones como ciudadano estadounidense, pero “no será Donald Trump”.