Lugar:
Fuente:
Con información de DESERET NEWS

La noche puede ser una pesadilla para los padres de los bebés que no entienden la consigna de dormir. Lo único que los padres quieren es calma y quizá poder pegar un ojo, pero algunos no consiguen ni eso. Llanto.

De modo que, en ese momento, los padres tienen esencialmente dos opciones: dejar que el bebé llore hasta ceder finalmente al sueño o confortar al bebé y calmarlo para que se duerma si es posible.

Parece una opción bastante simple, ¿no?

No tanto. Con los años, esta pequeña opción ha desatado bastante polémica online y en discusiones sobre la crianza de los hijos. Los fanáticos del método de dejar llorar, dicen que los bebés nunca aprenden a calmarse solos si la mamá o el papá corren de noche en su auxilio. El bando contrario dice que los bebés necesitan recibir cariño –de día y de noche- y que ignorar su llanto puede traer aparejado un daño emocional y neurológico duradero.

Buena suerte, pues, a todas las madres exhaustas a las 2:00 horas de la madrugada tratando de decidir a quién creerle.

El debate salió a relucir nuevamente en estos últimos tiempos cuando un destacado grupo pediátrico de Nueva York y Los Ángeles recomendó que se deje llorar a los bebés de apenas 2 meses usando el método de extinción, en el cual los adultos no calman ni intervienen cuando el bebé ya fue colocado en su cuna. Estos bebés más pequeños son más fáciles de entrenar, dicen, porque todavía no han aprendido el hábito de esperar que uno de los padres los calme.

Algunos de los comentarios en respuesta al artículo equiparan el llanto desenfrenado con maltrato infantil, calificándolo de cruel e inhumano.

Como todas las cosas relacionadas con la crianza de los hijos, probablemente no exista una respuesta correcta y tampoco un padre que haga realmente todo “bien”.

En el caso de nuestra primera hija, todos estábamos deslumbrados por la paternidad y le creamos una serie de malos hábitos para dormir. La dejábamos dormir con nosotros. La dejábamos despierta hasta tarde de noche para jugar con nosotros. Corríamos a verificar qué le ocurría cuando lloraba para asegurarnos de que estaba bien y cuando no lloraba para asegurarnos de que estaba viva.
¿El resultado? Creamos un monstruo.

Para cuando llegó al año, estábamos privados de sueño y enloquecidos con nuestra hija que no se dormía si no la acunaba uno de nosotros. Aun así, ella pensaba que había llegado la hora de jugar.

Recurrimos entonces a un libro llamado “Healthy Sleep Habits, Happy Child” y nos embarcamos en una rutina de entrenamiento del sueño modificada en la que la dejábamos llorar durante períodos breves que gradualmente se volvieron más prolongados. Verificábamos como estaba con frecuencia y la consolábamos brevemente.

Las primeras noches fueron difíciles, pero nos pegamos a nuestro plan. Y todos sobrevivimos.

Quiero dejar algo bien claro: nunca dejamos llorar a nuestra hija durante horas. Consideramos que el método de “extinción” de dejar llorar a un bebé hasta que se queda dormido no era el único bueno para nosotros. No la descuidábamos, pero sí la dejábamos llorar.
Y cuando nació nuestra segunda hija, no cometimos los mismos errores. Hicimos un entrenamiento del sueño cuando era pequeña con horarios para acostarse y rutinas constantes. Y nunca tuvimos que dejarla llorar a gritos.

Estoy segura de que algunas personas cuestionarán que hayamos dejado llorar o consolado a nuestra hija. Me gusta aceptar el disenso.
Pero lo que me irrita es que se suban a una tarima para decir a otras madres que no están entendiendo la maternidad. Acusar a alguien de maltrato infantil por tratar de ayudar a dormir a su hijo es indignante, y emplear tácticas de miedo para impedir que una madre privada de sueño haga lo que debe hacer para mantener la cordura es lisa y llanamente desacertado. Estoy a favor de más información sobre distintos métodos para dormir, pero el enjuiciamiento debe terminar.