Los efectos del alcohol y la hormona del amor, conocida científicamente como oxitocina, no son tan diferentes, según una revisón de estudios realizada por investigadores de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido.
En esencia, ambos pueden conducir a una gran euforia y comportamientos negativos (incluso destructivos).
La revisión, que fue publicada en Neuroscience and Biobehavioral Reviews, echó un vistazo a estudios previos realizados sobre los efectos tanto de la oxitocina como del alcohol, y concluyó que la primera, que se produce en el cuerpo cuando una persona siente amor o conexión, es la hormona asociada con el enamoramiento, el amor maternal, el altruismo y la generosidad, después de todo. Pero al igual que el alcohol, tiene un lado oscuro.
Ese «lado oscuro» incluye (como era de esperar) el comportamiento agresivo, vanidoso y envidioso. Esos efectos también se encuentran en el consumo de alcohol y la aproximación más cercana de enamorarse que se podía hacer en un laboratorio fue la administración nasal de oxitocina.
Aunque es fascinante saber que estar borracho y enamorado son la misma cosa biológicamente, los investigadores dicen que dudan que la oxitocina volverá a utilizarse de forma «recreativa», y que el concepto debe ser estudiado más a fondo.