Celar un poco a tu pareja, es normal ya que todos tenemos cierta inseguridad y miedo a perder a la persona que queremos. El problema es cuando ese miedo se vuelve obsesivo, en ese momento se podría decir que padeces de celos patológicos o enfermizos. ¿Quieres saber si padeces de celos enfermizos? Aquí van cinco señales que te están indicando que puedes estar envenenando tu relación con estos.
Piensas constantemente que tu pareja te va a ser infiel
Este es el primer gran síntoma que te puede indicar que los celos se han apoderado de ti. Si vives en constante estado de ansiedad por miedo a perder a tu pareja, si te invaden pensamientos de que te puede ser infiel a tal punto que interfieren en tu rutina diaria, dejando de lado tu proyecto personal, está claro que los celos están tomando control de tu vida.
Ves como un foco de amenaza a las mujeres que se acercan a tu chico
Amigas y conocidas que antes te caian bien ahora las ves como potenciales «ladronas de tu chico». Tu obsesión puede llegar a ser tan grande que interpretas cada moviento como «supuestos» coqueteos.
Controlas contantemente sus movientos
Ya ni te reconoces, el agente 007 es un amateur a tu lado. Necesitas saber donde está tu pareja en todo momento y con quien va. Si de repente pierdes el contacto con él por unas horas, te alarmas y te colocas en modo «histeria». Tu locura puede llegar a tal grado que impones pruebas de amor tontas. Le pides a tu pareja que en medio de una reunión de negocios y que delante de todos sus colegas te diga «te amo». Si no lo hace piensas que es prueba «feaciente» de que ya no te ama.
Invades sus espacios íntimo
No solo controlas sus espacios públicos, intentas entrar en su celular, miras su computadora y checas todas sus redes. Ni tu look de la semana, ni tu presentación a tu jefe, uno de tus retos vitales se ha convertido en averiguar todas sus contraseñas.
Limitas su libertad
Tu obsesión con no perder a la pareja puede ser tan grande que para evitarlo, empiezas a ejercer un control excesivo sobre ella, llamadas constantes, invasión de la intimidad, normas sobre cómo debe vestirse y con quién debe ir, consiguiendo que tu pareja se sienta atada, acorralada y consecuentemente queriendo huir. En vez de ponerte a trabajar en cómo hacer crecer tu relación, te has obsesionado con no perderla. De forma gradual y sin darte cuenta se cumple lo que más temías, has asfixiando a tu pareja. Convertiste el nido de amor en una cárcel.