Polonia logró lo que nadie parecía conseguir, privar de la victoria a la campeona del mundo, Alemania, que se chocó contra un rival correoso y no supo desenmarañar su estructura defensiva, por lo que firmó el primer empate a cero de la competición.
Las dos selecciones encabezan el grupo C empatadas con 4 puntos, pero ninguna tiene asegurada la clasificación. Los germanos tendrán que buscarla en la última fecha contra Irlanda del Norte, que venció a Ucrania, frente a quienes la tendrá que perseguir Polonia. Tanto a germanos como a polacos les valdrá con el empate.
Alemania frenó su racha de seis triunfos consecutivos en fases finales, las cinco que le llevaron en Brasil a proclamarse campeona del mundo y la que logró en su debut en la Eurocopa de Francia contra Ucrania.
La Polonia de Lewanndowski, que ya había logrado derrotar a los germanos en la fase de clasificación para esta competición, volvió a demostrar que goza de una buena generación de futbolistas. No fue un empate desmerecido y no lo hubiera sido tampoco la victoria si su delantero Arkadiusz Milil hubiera aprovechado alguna de las dos grandes ocasiones que dispuso.
Apostó Joachim Löw por un equipo más dinámico en el ataque, con Drexler y Götze asociados a Müller, su hombre fetiche pese a que en los europeos no goza de la misma eficacia que ha demostrado en los Mundiales.
Sus 10 goles y 6 asistencias en los 10 partidos que ha disputado en campeonatos del mundo contrastan con su total sequía en sus 7 apariciones europeas.
En el centro del campo, reincidió en el triángulo Khedira-Kroos-Özil, pero en ningún momento lograron desestabilizar la estructura que montó para detenerlos el polaco Adam Nawalka, que consiguió a base de táctica y abnegación reducir la distancia que sobre el papel le separa de Alemania.
Un armazón con el que plantó cara a los campeones del mundo con descaro, sin achicarse ante un rival que busca levantar su cuarta Eurocopa, mientras que los polacos apenas habían acabado de celebrar su primer triunfo en un europeo a la séptima intentona.
Todo un mundo entre ellos que no quedó reflejado en el césped del Estadio de Francia, al que volvía Alemania por vez primera desde la noche aciaga del 13 de noviembre de 2015, cuando jugaba contra Francia y fue escenario de los sangrientos atentados yihadistas.
Alemania encontró un rival complejo que sacó a relucir que su maquinaria todavía no está a punto, como había quedado de manifiesto frente a Ucrania cuatro días antes.
Entonces, los germanos impusieron su proverbial eficiencia y sacaron adelante el resultado, pero ante Polonia se tuvieron que conformar con el empate.
Los alemanas con los pies en el barro, los polacos demasiado empeñados en embarrar el juego. Poco fútbol en la primera parte, apenas se rompió el guión en un golpe de genio de Müller al cuarto de hora, cuando logró arrebatar un balón a Piszczek en la banda izquierda y centrar al área donde Kroos, muy forzado, remató fuera.
Espoleada por el descaro con el que tuteaba a la campeona del mundo, Polonia se dejó en el vestuario los pocos complejos que podía aun conservar frente a la todopoderosa Mannschaft y nada más comenzar el segundo tiempo, trenzó una extraordinaria jugada que acabó con un centro de Grosicki desde la derecha que Milik remató en posición difícil, con Neuer ya batido, algo desviado.
Göotze lo intentó de disparo alejado al minuto siguiente, el primero entre los tres palos de los germanos, que detuvo el meta Fabianski. El atacante alemán demostró que, frente a la maraña polaca, su fútbol era inofensivo.
También lo vio Löw, que puso en el campo a Schürrle y a Mario Gomez, en busca de más potencia en el ataque.
Pero fue de nuevo Milik quien tuvo en sus botas adelantarse en el 69, cuando recibió un buen balón y, solo frente a Neuer, se le cruzaron las piernas. Respondió Özil con un disparo lejano que de nuevo desvió el portero.
El partido entró en una fase más dinámica, el control del primer tiempo se relajó y el fútbol, enclaustrado en el centro del campo durante el primer periodo, asomó más por las áreas.
Alemania mantuvo la presión hasta el último suspiro, buscando ese gol postrero que tan de moda se ha puesto en esta Eurocopa. Pero no lo consiguió y los polacos celebraron el empate como un trofeo precioso.