¿Cómo se llamaba tu hermana? ¿Dónde dejé el coche aparcado? ¿Cuál era la contraseña de Facebook? Son tantas las cosas que tenemos que recordar, que es inevitable que alguna se nos escape y no las recordemos. El problema es que muchas de ellas son importantes y olvidarlas puede suponer un verdadero problema.
La memoria humana es la habilidad o la capacidad de nuestros cerebros para guardar, almacenar, codificar, retener y posteriormente recordar datos e información sobre experiencias de toda índole. Aunque a veces pueda parecernos que la tenemos mermada, se debe a que retenemos mucha información y a veces muy similar, lo que hace que los recuerdos se desdibujen.
Además nuestra memoria está diseñada para recordar el espacio, puesto que nuestros antepasados cazadores necesitaban un buen sentido de la orientación para saber cómo conseguir los recursos que la naturaleza. Y muchos de los datos que tenemos que recordar no tienen nada de espacial, como las contraseñas.
Pero hay trucos y recursos para mejorar la memoria. Aunque siempre puedes ejercitarla con ejercicios o juegos, a veces no necesitas más que tu propia mente. ¿Quieres saber cuáles son?
Aplica la técnica de los “palacios mentales”
Nuestra memoria espacial es mucho más fuerte que la empleada para recordar palabras o términos. Ello explica que seas capaz de recordar mucho mejor dónde guardas los adornos navideños que la lista completa de la compra. Y es que el ser humano no está diseñado para recordar grandes listas de datos, nuestra memoria está diseñada para recordar el espacio.
Pero hay estrategias que pueden facilitar nuestra memorización de lo abstracto, como la técnica de los “palacios mentales”, también conocido como “técnica de los loci” (“lugares” en latín), para aprender a disponer las ideas abstractas en espacios creados mentalmente que faciliten el recuerdo. Con el ejemplo de la lista de la compra, una forma de ponerla en práctica es asignando cada elemento que quieres comprar con una habitación de tu casa o un objeto específico.
Construye una escena del recuerdo
La memoria visual funciona de forma similar a como lo hace una cámara al grabar una imagen. Lo que vemos queda impreso, como una fotografía, en una sección de nuestro hipocampo, a través de un proceso denominado codificación.
Entonces te preguntarás por qué pierdes tan a menudo las llaves o no recuerdas dónde dejaste el teléfono. No es que tu hipocampo no funcione; esto se debe a que almacenas tantas versiones similares del mismo recuerdo que al final los confundes y se desdibujan.
Para que esto no curra, o al menos no con tanta frecuencia, hay que tratar de mantener esos recuerdos “congelados”. La próxima vez que dejes las llaves o la cartera en un sitio, trata de crear una escena específica en tu cabeza; para ello puedes fijarte, por ejemplo, en el material de la superficie donde los dejaste (madera, metal, etc) o en su color.
Construye una conexión emocional
Conectar emocionalmente con un objeto o un lugar ayuda a recordarlos mejor.
Un estudio reciente elaborado por científicos de Harvard y el MIT lo demuestra: en él comprobaron cómo los sujetos del estudio recordaban mucho mejor una fotografía, con sus detalles, que los colores simples de un grupo de cuadrados. Los investigadores creen que esto se explica por la capacidad de las personas de vincular los elementos que ven en las fotos con sus propios sentimientos o recuerdos, lo que les ayuda a recordar y memorizar.
Prueba con un mnómico
Otra forma de mejorar tu memoria es recurriendo a la mnemotecnia. Esta consiste en crear estructuras mentales que hacen que sea más fácil recordar términos o nombres. Una forma de aplicar mnómicos es formar palabras (acrónimos) o frases (acrósticos) que contienen las primeras letras o sonidos de la lista o palabras a recordar.
Por ejemplo, para recordar la lista de elementos Boro, Oxígeno y Sodio puede construirse la palabra BOS.
Conecta conceptos nuevos y conocidos
Verás cómo mejora tu capacidad de memorizar cuando vinculas algo nuevo que acabas de aprender con un conocimiento o término que ya conoces. Cuantos más vínculos puedas construir entre los nuevo y lo conocido, más probabilidades tendrás de retener la novedad y recordarla más tarde.