Creciente robo de combustible, protestas violentas por la escasez y falta de infraestructura independiente hacen que algunos inversionistas se pregunten si el sector de gasolineras de México está preparado para un aumento de las importaciones de los Estados Unidos.
El país aprobó en abril una legislación que permite a las compañías, además de la estatal Petróleos Mexicanos, importar combustible por primera vez desde la década de 1930, nueve meses antes de la fecha de enero de 2017 prevista originalmente para las reformas.
México ha otorgado desde entonces permisos para importar un total de 135 mil 600 millones de litros (854 millones de barriles) de gasolina y diésel.
Sin embargo, no se ha importado combustible mediante permisos de 12 meses, dado que el sector se debate entre obstáculos logísticos y de regulación, según José Ángel García Elizondo, que está al frente de Onexpo, la asociación de minoristas de gasolina de México.
“Pemex controla la totalidad de la cadena de la oferta en México, que se rige por las reglas de Pemex, de modo que hay mucho que aprender y también reglas por establecer”, dijo por teléfono David Hackett, presidente de Stillwater Associates en Irvine, California.
“Mi impresión es que la elaboración de un marco regulador está rezagada respecto del programa de liberalización. Tiene que acelerarse”.
En un primer momento, los importadores tendrán que usar la infraestructura de Pemex para transportar combustible a México debido a que es la única red de distribución existente en el país.
El organismo regulador de energía de México dijo este mes en una entrevista que empezará a aceptar ofertas el próximo trimestre por parte de proveedores que busquen utilizar el sistema de Pemex para importar diésel y gasolina.
“El gobierno da muestras de su decisión de impulsar la liberalización del mercado mediante la liberación de las importaciones antes de lo previsto, el otorgamiento de permisos de importación y la organización de temporadas abiertas de infraestructura”, dijo en un correo electrónico Andrew Shepard, analista de mercados de petróleo y refinado de Wood Mackenzie.
De todos modos, México aún está lejos de la llegada de combustible importado a sus gasolineras, dijo Andy Lipow, presidente de Lipow Oil Associates, en entrevista telefónica desde Houston.
“Buscamos una mayor liberalización, de modo tal que no sólo se pueda importar gasolina, sino también distribuirla en todo el país”, dijo.
Con 10 mil kilómetros (6 mil 214 millas) el sistema nacional de ductos de Pemex es sólo una fracción del tamaño de la red de ductos de Texas que tiene 431 mil 997 millas. Como resultado, más cargas son llevadas en camión, lo que es más lento y costoso, dijo García de Onexpo.
La capacidad de almacenamiento en los puertos también está llegando a su límite ya que Pemex importa más gasolina para compensar la disminución de su producción interna.
Según los datos de la Secretaría de Energía, el procesamiento de crudo en mayo fue 24 por ciento menor de lo que fue hace una década, mientras que las importaciones realizadas por la petrolera del estado representaron más de la mitad de las ventas totales de gasolina en el país.
«Nos falta infraestructura para transporte y almacenamiento de combustible y carecemos de la eficiencia en las refinerías mexicanas», dijo García en una entrevista en la Ciudad de México. «Eso crea cuellos de botella a lo largo de toda la cadena de suministro que ha contribuido a los problemas que estamos viendo en algunas partes de México.»
A principios de este mes, la escasez de combustible en algunas estaciones de gas en Chihuahua provocaron enfrentamientos entre manifestantes y la policía, en tanto que las entregas de gasolina en el sur del país también se retrasaron cuando maestros de la CNTE bloquearon la entrada de la refinería de Pemex en Salina Cruz, Oaxaca -la más grande de México – para protestar por la reforma educativa.
Si bien los problemas en Chihuahua y Oaxaca son “hechos aislados”, las deficiencias del mercado han agravado la situación, dijo García.
Una vez que los combustibles traídos del exterior entran en el segundo mayor mercado de consumo de gasolinas de América Latina, los distribuidores se encontrarán con otro desafío: el gobierno sigue fijando los precios en las bombas.
El gobierno revisará su política de precios de los combustibles – a los que la gasolina está sujeta a un precio máximo fijado por la Secretaría de Hacienda– para su presupuesto de 2017, que se presenta en septiembre, dijo el subsecretario de Hacienda Fernando Aportela en una entrevista con El Financiero Bloomberg el pasado 24 de junio.
A los inversionistas también les preocupa el robo de combustibles, que es de cerca de mil millones de dólares cada año, según Pemex.
En los primeros cinco meses del año, Pemex registró un aumento de nueve por ciento en las tomas clandestinas para llegar a dos mil 340, lo que equivale a un promedio de cerca de 15 tomas al día.
«El problema de la seguridad y la capacidad de eliminar el robo de productos derivados del petróleo es un gran problema para los nuevos participantes en el mercado,» dijo Lipow. «Las empresas están evaluando si quieren estar en México y asumir el riesgo de perder el producto en las tuberías.»
Hackett de Stillwater señaló que participantes privados podrían invertir en tecnología para detectar pérdidas de producto, lo que minimiza el riesgo de robo de combustible.
«Eso es un asunto del estado de derecho y, francamente, con la tecnología adecuada en las tuberías, sabrás si algo así está sucediendo y lo podrás detener rápidamente «, dijo. «La tecnología y aplicación de la ley van a resolver ese problema.»
Mike Howard, CEO de Howard Energy Partners, dijo en una entrevista que la compañía con sede en San Antonio, Texas, invertirá en seguridad y tecnología, ya que pretende construir un oleoducto transfronterizo de productos refinados de 287 millas de Corpus Christi, Texas, hasta el norte de México.
Aun así, el tema de la seguridad sigue siendo una preocupación, dijo. «Si no podemos estar tranquilos al respecto en México, el ducto simplemente no se construirá.»