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Nos pasamos todo el año esperando que llegue el verano y cuando por fin ya está aquí, la fastidiamos a la primera de cambio. ¡No seas patán! ¿De verdad vas a desaprovechar tus vacaciones poniendo en peligro tu salud?

Sigue estos consejos para disfrutar de tus ansiadas y merecidas vacaciones y evitarás las intoxicaciones y alergias veraniegas:

1. Perfumarte hasta para ir a la playa

Abusar de las aguas de colonia, de las cremas solares o de ciertos medicamentos pueden provocar una reacción conocida como ‘fotosensibilización’. Una reacción de la piel que nos hace pensar que nos hemos quemado cuando en realidad el sol no ha tenido nada que ver.

Y es que aunque, por supuesto, las radiaciones solares pueden provocar quemaduras, en verano suelen aparecer alergias en la piel (eccemas) que se manifiestan en forma de ronchas, sarpullidos, picores o granitos.

Pensamos que aplicando una crema el problema desaparecerá, pero resulta que estas son el principal causante. Algunas contienen sustancias que lo agravan como ciertas plantas (higueras, cítricos, etc.), e incluso los filtros que contienen algunas de estas cremas solares pueden darnos reacción.

En el caso de los medicamentos antiinflamatorios y algunos antibióticos, el efecto fotosensibilizante puede producirse tanto por la aplicación en la piel como por su ingesta. Consulta con tu médico antes de tomar cualquier fármaco y elige cremas sin elcohol ni parabenos.

2. Comer fuera todos los días

Para eso estás de vacaciones, ¿verdad? Pues lo siento, pero hace mal. Las reacciones alérgicas por alimentos pueden incrementarse en verano a causa de un “mayor descuido”. No hay que olvidar que 7 de cada 10 reacciones se producen fuera del domicilio.

La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) aconseja a los alérgicos vigilar todos los productos que se ingieren leyendo detenidamente los ingredientes que los componen: leche o frutos secos en los helados, trozos de frutas como melón, kiwi y melocotón en postres y batidos; mariscos en pastas o ensaladas, etcétera, y preguntar siempre a los cocineros en caso de duda.

También es una época en la que los niños se quedan al cuidado de familiares (abuelos, tíos, etc) por lo que se recomienda que estas personas encargadas estén bien enteradas de los alimentos que se deben evitar, así como posibles fuentes de exposiciones ocultas. Igualmente, deben estar familiarizados con las medicinas que debe tomar el niño alérgico en caso de una reacción, así como en el uso correcto de los dispositivos de autoinyección de adrenalina.

3. Pensar que la fruta siempre es buena

Esto me cuesta discutírtelo, pero algunas frutas pueden sentarte mal en verano. En concreto, las de temporada como las cerezas, los melocotones o las paraguayas que pueden causar urticaria al contacto con la piel de la fruta en las manos y los labios.

También pueden causar síndrome de alergia oral, inflamación y picor en la boca, los labios y la garganta al comerlas.

La manifestación puede ser más grave y llegar incluso a causar un shock anafiláctico. Frutas como el melón y la sandía frecuentemente producen síntomas en la boca en pacientes alérgicos a pólenes.

Si se han padecido síntomas previamente con la ingesta de frutas, se recomienda una consulta con el alergólogo para recibir instrucciones precisas de cuáles se pueden tomar y cuáles se deben evitar en cada caso concreto.

Y para el resto: nunca está de más lavarlas y observar su estado con atención (no sólo el aspecto, también el olor).

4. Pasarte el día a remojo

Los baños frecuentes, especialmente en piscinas, empeoran los síntomas de dermatitis atópica en muchas personas, particularmente en niños. Se debe a la irritación que el baño prolongado y el cloro producen en la piel, fácilmente irritable debido a los agentes químicos agresivos.

Usar agua salada en vez de clorada y bañarse en el mar, por el contrario, mejoran las pieles atópicas.Recuerda que es importante realizar un buen aclarado de la piel con agua dulce tras el baño en la piscina y aplicar geles o cremas hidratantes.

5. Apuntarte a la moda de los tatoos

Los tatuajes se pueden realizar durante todo el año, pero es en verano cuando proliferan en zonas costeras personas que ofrecen este servicio. En realidad, aunque sea el momento de lucirlos, es la peor época del año para hacérselos porque justo en la temporada estival te expones a todos los factores de riesgo que hacen que éstos sean más complicados de llevar por lo que se dificultaría la cicatrización.

Al estar hechos henna natural -enriquecida con un producto de fuerte concentración que permite fijar mejor el tatuaje (la parafenilendiamina) puede provocar algunos casos de dermatitis y alergia.

Además, según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), podría poner en peligro nuestra salud ya que aumenta las posibilidades de contraer infecciones cutáneas, hepatitis B y C, Sida, tétanos, tuberculosis, queloides o alergias.

6. Pasar de limpiar la casa, total… ¡es de alquiler!

Los ácaros, responsables de la alergia al polvo doméstico, proliferan cuando la temperatura es templada y la humedad relativa del ambiente es elevada. Por ello son muy abundantes en regiones costeras.

También por esta causa la concentración de ácaros en las casas aumenta durante las épocas de cambio estacional (primavera y otoño), con lluvias y temperaturas suaves, y suelen disminuir durante el verano e invierno.

Sin embargo, es aconsejable extremar el cuidado en los traslados a otros domicilios de verano y realizar una limpieza profunda en las casas que llevan tiempo sin ser habitadas. Lo ideal es hacerlo de manera anticipada a nuestra.

7. “Dejad que los animales se acerquen a mi”

Mensaje para urbanitas intrépidos: si vas a irte a un entorno rural donde lo normal es entrar en contacto con especies con las que normalmente no lo estás, ¡precaución! Hay una relación directa entre ese amor desmedido por los animales como caballos, ovejas, cabras, etcétera y las reacciones alérgicas.

Las alergias a animales más frecuentes son a los gatos o perros, pero también pueden producirse a ratones, cobayas, hámster y caballos. Las proteínas del pelo, la saliva o la orina de mascotas domésticas pueden producir una reacción alérgica que ataca a los ojos y las vías respiratorias en forma de rinoconjuntivitis y asma alérgicos.

8. No protegerse contra las picaduras de insectos

El riesgo de presentar una reacción alérgica a picaduras de insectos himenópteros (avispas y abejas) aumenta durante los meses de verano. Los alergólogos recomiendan extremar la precaución cuando se está al aire libre y evitar, en la medida de lo posible, comer en el campo pues los insectos acuden a los alimentos.

En el caso de reacciones locales por picaduras de mosquitos y otros insectos, el médico de cabecera puede recomendarte el uso de antihistamínicos orales y de cremas de corticoides tópicos. Además debes evitar las cremas de antihistamínicos, pues pueden inducir fotosensibilidad con la exposición al sol.

9. Escoger al tuntún los campamentos de los hijos

Si tus hijos son asmáticos y/o alérgicos, mira bien dónde les metes. Existen campamentos para niños en los que aprenden a convivir con estos problemas de salud a la vez que se divierten y pasan unos días en contacto con la naturaleza. Infórmate del más cercano a tu localidad en www.seaic.org

En cualquier caso, es muy recomendable proveer a los responsables del cuidado del niño de información sobre las alergias conocidas y su tratamiento, medicamentos para el asma si fuesen necesarios y cualquier otra circunstancia que pudiese motivar una urgencia médica.

10. Llevarte las vacunas de viaje

No es recomendable transportar vacunas cuando el periodo vacacional es corto. Además existen problemas al llevarlas en los aviones: tanto como equipaje de mano al tratarse de líquidos (en este caso deberá ser justificado con un informe médico), como en la bodega, ya que las bajas temperaturas a las que son expuestas podrían alterar su contenido.

Si el viajas en coche deberías transportar la vacuna en una bolsa térmica con frío y evitar la exposición directa al sol. Por último, es recomendable llevar un informe detallado del especialista cuando se viaje, ya sea dentro del país o en el extranjero.