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AP

La guerra de Irak se basó en información de inteligencia defectuosa, fue ejecutada con una planificación “absolutamente insuficiente” y su final “distó de ser exitoso”, de acuerdo con un informe lapidario emitido el miércoles por el jefe de la investigación sobre la participación británica en la guerra de Irak.

John Chilcot, un funcionario público retirado que supervisó la investigación a lo largo de siete años, dijo que “el Reino Unido optó por sumarse a la invasión de Irak antes de que se hubieran agotado las opciones pacíficas para el desarme. En ese momento la acción militar no era el último recurso”.

El extenso informe constituye un veredicto exhaustivo sobre un conflicto que, para 2009 cuando las fuerzas de combate británica abandonaron el país, había causado la muerte de 179 efectivos británicos, casi 4 mil 500 estadounidenses y más de 100 mil iraquíes.

La guerra, que dividió a los británicos, es una mancha en el legado del entonces Primer ministro Tony Blair. Mientras Chilcot presentaba su informe en un centro de conferencias en Londres, decenas de manifestantes antibélicos se concentraban en la calle con carteles que decían “Bliar”, un juego de palabras que transforma el apellido de Blair en “mentiroso”.

Chilcot dijo que el informe que presentó el gobierno de Blair sobre la amenaza representada por las armas de Saddam Hussein hacía gala de una “certeza que no se justificaba”. También halló que la planificación militar para la guerra y su epílogo no estuvieron a la altura de las circunstancias.

“El pueblo de Irak ha sufrido enormemente” debido a una intervención militar “gravemente equivocada”, acotó.

Blair dijo en un comunicado que asumía “plena responsabilidad por cualquier error, sin excepciones ni excusas”.

Pero añadió que tomó la decisión de ir a la guerra “de buena fe y lo que creía era conveniente para los intereses del país”.

Los activistas antibélicos y los parientes de algunos soldados británicos caídos esperaban que el informe declarara ilegal el conflicto, lo que abría las puertas a una demanda a Blair por crímenes de guerra.

Chilcot se abstuvo de decir si la invasión de 2003 fue legal, tampoco acusó a Blair de engañar deliberadamente a la opinión pública o el parlamento. Pero dijo que “las circunstancias en las que se decidió que existían bases legales para la acción militar del Reino Unido distaban de ser satisfactorias”.

Parientes de soldados muertos en el conflicto dijeron que no descartaban presentar demandas.

“Todas las opciones están abiertas”, dijo Matthew Jury, abogado de algunas familias.

Un grupo de familias dijo en un comunicado que “debemos usar este informe para asegurarnos que todas las partes del fiasco de Irak jamás se repitan”.

“Nunca más se deberá permitir que tantos errores sacrifiquen vidas británicas y conduzcan a la destrucción de un país sin fines positivos”.