Milos Raonic se convirtió en el primer canadiense en lograr la final en el cuadro masculino de Wimbledon al vencer al suizo Roger Federer, su verdugo en la semifinal de hace dos años, en un partido épico, por 6-3, 6-7 (3), 4-6, 7-5 y 6-3 en tres horas y 25 minutos.
Raonic se enfrentará por el título el domingo contra el ganador del duelo entre el británico Andy Murray y el checo Tomas Berdych. Milos es ya el primer jugador no europeo en alcanzar esta final desde el estadounidense Andy Roddick en 2009.
Seis participaciones en el All England le ha costado a Raonic lograr la final, e igualar con su compatriota Eugenie Bouchard, que lo hizo en la femenina, de hace dos años. Se ha convertido, además, en el más joven en lograr la última ronda, con 25 años y 196 días, después de Murray en 2012, con 25 años y 54 días.
Federer, ganador siete veces del título, nunca había perdido en las semifinales de este torneo hasta este viernes. Pero su físico, después del duelo de cuartos contra el croata Marin Cilic, también en cinco sets (tres horas y 17 minutos) ante quien salvó tres bolas de partido, le pasó factura, con problemas en el muslo derecho, y luego en el tobillo izquierdo, tras resbalar en el quinto set, cuando cedió su saque en el cuarto juego.
No lo tuvo fácil el canadiense, que hasta este viernes llevaba una racha negativa en hierba, contra jugadores situados entre los diez primeros, cosechando cuatro derrotas, pero ya había avisado aquí al vencer al belga David Goffin (11) en octavos.
Finalista en Queen’s, antes de Wimbledon, contra Murray, la de este viernes era su segunda semifinal del año (Abierto de Australia), y un duelo en el que la potencia y la fuerza bruta se impuso a la magia.
En la repetición de la semifinal de 2014, Raonic firmó un primer set perfecto, sin ceder un solo punto de rotura, colosal al saque, adornando su juego con perfectas voleas, aprovechado su envergadura (1,96 metros) y lanzándose furibundo al ataque.
El discípulo de Carlos Moyá y John McEnroe, llegó a sacar a 231’7 kilómetros por hora, récord de velocidad del torneo, y lograr 23 “aces” para ser líder del torneo con 137 saques directos.
Pero en el desempate del segundo parcial, cuando antes había salvado cuatro puntos de set en el décimo juego, cometió una doble falta y propició que Federer se despegase en el marcador y se hiciera con este mini-juego, crucial para mantenerse en el partido.
Luego, el suizo logró romper en el séptimo del tercer parcial, por primera vez desde que comenzó el duelo, para ganarlo con facilidad. Pero en el cuarto, Roger cometió dos dobles faltas seguidas en el duodécimo (falló cinco saques seguidos) y entregó la manga a la tercera oportunidad de Milos.
Un masaje en el muslo derecho de Federer al acabar el set hicieron que las alarmas saltaran. Y el suizo perdió su servicio en el cuarto juego. Pese a todo siguió bregando, pero Raonic ya se sabía ganador.
Dos suecos fueron testigos de la hazaña del canadiense. Stefan Edberg, exentrenador de Federer, que contempló el encuentro en el palco del suizo, y el mítico Bjorn Borg, quíntuple campeón de Wimbledon, en la primera fila del palco real.
Fueron testigos de una hecho casi histórico. Federer nunca había perdido en una semifinal de Wimbledon, y además el suizo no podrá ser en esta edición, con 34 años y 336 días, el jugador de mayor edad en alcanzar la final de Wimbledon, después del australiano Ken Rosewall (39 años y 246 días), cuando fue finalista en 1974.
Federer perseguía su triunfo 85 en estas pistas y la victoria 308 en su carrera, y ser el primer jugador en ganar el título, tras superar bolas de partido, en su caso tres, contra el croata Marin Cilic en semifinales, desde 1960, cuando el australiano Neale Fraser salvó cinco en cuartos.