La Basificación. No soy muy ducho en el tema pero a ver si me doy a explicar de una manera sencilla: Tener base implica que usted es poseedor de un contrato de trabajo por tiempo indefinido, lo que de cierto modo es lograr estabilidad en el puesto que desempeña así como una serie de beneficios que a la vez adquiere.

Su cese será muy difícil a menos que usted haga algo tremendo, como fue el caso de ese joven a quien se le sorprendió inhalando thinner en su oficina en Palacio de Gobierno; en el mejor de los casos, si usted es sindicalizado (opción que puede usted adquirir y a la vez, aumentar el número de prestaciones), quizás sólo lo muevan de oficina o departamento. Ahora que si simplemente se le quiere correr, tiene usted derecho a una indemnización.

Es lo contrario a ser un empleado eventual o de confianza, donde se tiene un plazo determinado de contrato, y en el que para correrlo, despedirlo, cesarlo, basta tener una mano en la cintura, como por lo regular se estila en todos lados… en Gobierno del Estado, en Empresas Privadas… ¡y hasta en nuestras casas editoriales!

Por eso, miles de empleados de Gobierno del Estado, cuando escucharon la posibilidad de adquirir su Base, vieron una gran oportunidad y hasta una gran recompensa a sus años de entrega, esfuerzo, dedicación al trabajo.

Sí, la Basificación que se acaba de aprobar esta tarde en el Congreso local, en sí, no es mala para los empleados…

No, no es mala, siempre y cuando se haya hecho antes o se haga en su complemento, un estudio de quién realmente merece ser basificado.

Por ejemplo, entre los mismos empleados y trabajadores del Gobierno estatal se tiene muy en claro quién es recomendado por un Padrino peso pesado, quién es hijo de político caca grande (o mediana, o chiquita, aunque se sienta grande); todos los trabajadores saben quién es la novia, el novio, la o el amante, el quelite o mayate de esta o este funcionario; ¡hasta quién es hijo, hija, primo, hermano, pariente de periodistas, columnistas y demás fauna!, porque también en esta rama, los halagos o la omisión de madrazos, igual se recompensan.

Lo peor… los trabajadores saben cuánto gana este sujeto o “sujeta” por pasearse en la oficina, por aparecerse cada quincena, o por hacer como que hace sin realmente nunca hacer algo, mientras que ellos, que laboran entre 8 o a veces hasta once horas de lunes a viernes, y de ser necesario, sábado o domingo, a duras penas logran los cinco mil pesos quincenales.

¡Bienvenida sea la basificación de siete mil empleados! como lo asegura el secretario de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado; ¡bienvenida! siempre y cuando sea realmente para dar seguridad, la esperanza de un futuro mejor y la tranquilidad para esas siete mil familias.

¡Bienvenida la basificación! En espera de que esos siete mil basificados no los vea en tiempos futuros protestando porque no hay dinero para su pago.

¡Bienvenida la basificación! En espera de que no sea para mantener zánganos, rémoras, parásitos, herencia de un Gobernador que dio cobijo a los hijos de sus amigos, a jóvenes que bien exhiben más atributos físicos que capacidades cognitivas, o a esos apellidos que generación tras generación se repiten, estirpe de sanguijuelas, fauna presupuestívora que medra en tantas oficinas, en tantas dependencias, por los sexenios de los sexenios… ¡amén…digos!

 

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