Faltan 4 días para el inicio de los Juegos Olímpicos, y los cuerpos de agua de Río de Janeiro siguen tan sucios como siempre, contaminados con aguas residuales no tratadas llenas de peligrosos virus y bacterias, de acuerdo con un estudio efectuado durante 16 meses por encargo de The Associated Press.
No sólo unos mil 400 deportistas corren el peligro de enfermar gravemente cuando participen en las competencias acuáticas, también los turistas enfrentan riesgos de salud en las playas doradas de Ipanema y Copacabana, según los resultados de los análisis realizados para la agencia de noticias AP.
El estudio realizado en las sedes de las competencias olímpicas y paralímpicas reveló la existencia de niveles altos y uniformes de virus a causa de la contaminación, una contrariedad importante en lo que toca al proyecto de los Juegos Olímpicos de Río y que causa alarma entre veleristas, remeros y nadadores en aguas abiertas.
Los primeros resultados del estudio, publicados hace más de un año, muestran niveles virales de hasta 1.7 millones de veces por arriba de lo que se consideraría preocupante en Estados Unidos o Europa. En esas concentraciones, todo atleta que ingiera sólo tres cucharadas pequeñas de agua, casi sin dudarlo se infectará con virus que pueden causar enfermedades estomacales y respiratorias y, algo más inusual, inflamación cardiaca y cerebral -aunque el que lleguen a enfermarse depende de una serie de factores, incluida la fortaleza de su sistema inmunológico.
Desde que AP difundió en julio del año pasado los resultados iniciales del estudio, los deportistas han adoptado medidas complejas de precaución para evitar que una enfermedad los elimine de las competencias, como tomar antibióticos preventivamente, echar cloro a sus remos y utilizar trajes y guantes de plástico con el fin de reducir el contacto con el agua.
En la investigación se encontró que hubo lecturas de adenovirus infecciosos —en pruebas de cultivos celulares y verificadas con protocolos de biología molecular— en casi el 90 por ciento de los lugares examinados durante los 16 meses de análisis.
“Ese es un porcentaje elevadísimo”, declaró la doctora Valerie Harwood, presidenta del Departamento de Biología Integral en la Universidad del Sur de Florida. “Ese nivel de virus patógenos humanos es bastante desconocido en aguas superficiales en Estados Unidos. Jamás veremos esos niveles porque tratamos nuestras aguas residuales. Eso simplemente no se ve”.
Aunque los deportistas tomen sus precauciones, ¿qué hay de los 300 mil a 500 mil extranjeros que se espera vendrán a Río con motivo de los Juegos Olímpicos? Los análisis efectuados en las playas de fama mundial de la ciudad han mostrado que además de las elevadas cargas virales, las playas a menudo tienen niveles de bacterias por contaminación con aguas residuales que causarían preocupación en el exterior, y que a veces incluso exceden las laxas normas de seguridad del propio estado de Río.
Ante las conclusiones del estudio, Harwood elaboró una recomendación sencilla a quienes viajen a Río: “No metan la cabeza en el agua”. Los nadadores que no puedan seguir ese consejo podrían ingerir agua a través de sus bocas y narices y, por lo tanto, correr el riesgo de “enfermarse de gravedad”, dijo.
Pero el peligro acecha incluso en la arena. Las muestras tomadas de las playas doradas de Copacabana e Ipanema mostraron que éstas tenían altos niveles de virus, que estudios recientes sugieren que podrían representar un peligro para la salud, en particular de bebés y niños pequeños.
“Ambas tienen niveles bastante elevados de adenovirus infeccioso”, dijo Harwood, quien agregó que el virus podría ser particularmente dañino en bebés y niños pequeños que juegan en la arena.
“Es sabido lo rápido que un niño puede deshidratarse y hay que llevarlo al hospital”, manifestó Harwood. “Ese es el punto que más me asusta”.
PROMESA INCLUMPLIDA
El doctor Fernando Spilki, virólogo y coordinador del laboratorio de microbiología molecular en la Universidad Feevale en el sur de Brasil y a quien la AP le encargó realizar las pruebas de agua, dijo que el estudio no reveló mejoría considerable en las contaminadas aguas de Río -a pesar de las promesas de limpieza que se han hecho desde hace décadas.
“Desafortunadamente, lo que hemos visto en todo este tiempo es que hay una variación en los niveles de contaminación, pero fluctúa mucho más como resultado de las condiciones climáticas que por las medidas que se pudieron haber tomado para intentar eliminar esta contaminación”, dijo Spilki, uno de los virólogos más respetados de Brasil.
Los puntos más contaminados están en la laguna Rodrigo de Freitas, en donde se llevará a cabo el remo olímpico, y en la Gloria Marina, el punto de inicio de las carreras de veleros. En marzo de 2015, pruebas en la laguna revelaron la impactante cantidad de un mil 730 millones de adenovirus por litro; este junio, los niveles de adenovirus habían bajado pero aún estaban al nivel estremecedor de 248 millones de adenovirus por litro. En comparación, en California se vuelve alarmante cuando los niveles virales alcanzan los miles por litro.
PROYECTO FRACASADO
A pesar de un proyecto cuyo objetivo era evitar que las aguas negras fluyeran directamente a Gloria Marina a través de los alcantarillados pluviales, las aguas permanecen igual de contaminadas. La primera prueba ahí, tomada en marzo de 2015, mostraba más de 26 millones de adenovirus por litro; este junio, se detectaron más de 37 millones.
Aunque las autoridades locales, entre ellas el alcalde de Río, Eduardo Paes, han reconocido el fracaso de la ciudad en sus acciones de saneamiento de las aguas en la ciudad, lo que han calificado como una “oportunidad perdida” y una “vergüenza”, las autoridades olímpicas continúan insistiendo en que los cuerpos de agua de Río serán seguros para los deportistas y los visitantes.
El comité organizador local no respondió a las múltiples solicitudes para que hiciera declaraciones sobre el particular, aunque había dicho antes que las pruebas sobre bacterias que efectuaron las autoridades del estado de Río mostraron que los escenarios de las competiciones acuáticas se ajustarán a las normas locales.
El punto crucial del problema yace en los diferentes tipos de pruebas utilizadas para determinar la sanidad y la seguridad de las aguas de zonas recreativas.
Las pruebas bacterianas miden los niveles de coliformes, que son diversos tipos de bacterias que no causan enfermedades pero que son indicadores de la presencia de otros patógenos posiblemente perjudiciales que vienen en las aguas residuales no tratadas, como otras bacterias, virus y protozoos que pueden provocar diversas enfermedades, entre ellas cólera, disentería, hepatitis A y tifoidea. Efectuar pruebas bacterianas es lo habitual a nivel mundial porque son baratas y sencillas.
Pero existe un consenso cada vez mayor en que no son lo ideal para todos los climas, porque las bacterias pueden descomponerse rápidamente en climas tropicales y aguas saladas. En contraste, está mostrado que los virus sobreviven semanas, meses e incluso años, lo que significa que los bajos marcadores bacterianos en Río pueden no reflejar la presencia de altos niveles de virus.
Esa disparidad fue corroborada en las pruebas, por ejemplo, en junio de 2016, los niveles de coliformes fecales en las pruebas del agua en las playas de Copacabana e Ipanema fueron extremadamente bajos, con apenas 31 y 85 coliformes fecales por cada 100 mililitros, respectivamente. Sin embargo, en ambos casos había lecturas altas de rotavirus, la principal causa de grastroenteritis a nivel mundial, con 7 mil 22 millones de rotavirus por litro detectado en las aguas de Copacabana y 32 mil 7 millones de rotavirus por litro en las de Ipanema.
Las pruebas también revelaron alarmantes aumentos en los niveles de coliformes fecales -la misma medida que el gobierno estatal utiliza para determinar la seguridad de las aguas recreativas de Río.
“Si estos fueran los valores informados en Estados Unidos, digamos en California, definitivamente indica que hay un problema”, dijo la doctora Kristina Mena, experta en virus transmitidos por agua, del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, campus Houston.
LAS PLAYAS
Según las normas de las pruebas bacterianas de California, 400 coliformes fecales en 100 mililitros es el límite superior para que una playa sea considerada segura para nadar. Los estudios revelaron que la playa de Copacabana, donde se efectuarán el maratón y la prueba de nado del triatlón y en la que miles de turistas posiblemente se tomen un chapuzón, pasó cinco veces el límite de California durante 13 meses de pruebas.
La playa de Ipanema, que no será sede de ningún deporte olímpico pero es uno de los lugares turísticos más populares de la ciudad, excedió los estándares de California por cinco puntos durante 12 meses, en una ocasión alcanzando casi 50 veces lo que se permitiría en California. Uno de los dos lugares en donde se realizaron pruebas a lo largo de la playa en el barrio del centro olímpico de Barra de Tijuca, alcanzó en una ocasión más de 60 veces ese límite durante los cinco meses que se realizaron pruebas ahí.
“Si tuviéramos excesos que de forma constante estuvieran en los miles como lo veo aquí, habría una alta probabilidad de que cada playa sería puesta en nuestra lista de masas de agua perjudiciales”, dijo Rik Rasmussen, gerente de estándares en la calidad de agua superficial del Consejo Estatal del Agua de California. Eso causaría que se publicaran advertencias por la calidad del agua en la playa, posiblemente el cierre de la misma, y el desarrollo de un programa para erradicar la fuente de la contaminación, dijo.
Las playas incluso infringen las propias normas del estado de Río, que son mucho menos estrictas que las de California, muchos estados de Estados Unidos y países como Australia y Nueva Zelanda.
En Río, las playas se consideran inadecuadas si las pruebas bacterianas arrojan más de 2 mil 500 coliformes fecales por 100 mililitros -más de seis veces el límite máximo de California-. Pero en tres ocasiones separadas, Copacabana e Ipanema superaron incluso esos límites mucho más elevados. La agencia medioambiental del estado, INEA, no respondió varias peticiones de comentario.
Rasmussen reconoció que el límite más elevado podría tener sentido en Río, en donde la contaminación por aguas negras ha sido un problema continuo, lo que significa que la gente de la localidad con frecuencia está expuesta a patógenos latentes en aguas negras desde temprana edad y, por lo tanto, desarrollan inmunidad. Sin embargo, es poco probable que los extranjeros sean inmunes, lo que los pone en riesgo de contraer enfermedades.
LOS ATLETAS EN LA SUCIEDAD
Tras el reporte inicial relacionado con los hallazgos del estudio en julio del año pasado, el asesor en temas salubres de las Olimpíadas, la Organización Mundial de la Salud, dijo que llevaría a cabo sus propias pruebas virales en las aguas de las Olimpíadas de Río. Después la agencia dio un giro de 180 grados y concluyó que bastarían las pruebas bacterianas.
Los atletas que llevan años entrenando para lograr la victoria olímpica, se han resignado a competir entre la suciedad.
“Se ha dicho mucho sobre lo sucia que está el agua y todos los virus”, dijo el competidor del equipo finlandés de velo, Noora Ruskola. “Estoy mentalmente preparado para esto. Algunos días el agua está totalmente bien y algunos días, son días malos”.
Sin embargo, es poco probable que los turistas se den cuenta de los peligros: en las playas había letreros que advertían sobre la calidad del agua, pero ya no están. Ahora un breve aviso en la página del clima del diario local enlista qué playas del estado ha catalogado de seguras para nadar.
La mayoría de los visitantes que vayan a las playas, probablemente estén en la misma situación que Raúl Onetto, un ejecutivo bancario de 52 años de Uruguay que hace poco tomaba el sol en la playa Copacabana. Cuando le preguntaron si sabía que los niveles bacterianos en ocasiones excedían las normas en otros países y podrían ser un indicio de problemas, expresó su escepticismo.
“El agua se ve hermosa. No sabía que estaba sucia”, dijo Onetto. “Si está sucia, el público debería saberlo. Viajé 2 mil kilómetros para estar en una playa”.
En Río, la principal entrada turística al país, el antiquísimo problema de aguas residuales que era parte del legado colonial de Brasil, ha aumentado en décadas recientes junto con el éxodo rural que causó que el área metropolitana casi se duplicara desde la década de 1970.
Incluso en las zonas adineradas de la ciudad, el tratamiento de aguas se ha quedado muy atrás, con las llamadas “lenguas negras” de aguas residuales y fétidas comunes incluso en las playas de Ipanema y Leblon. Las lagunas en la región de Barra da Tijuca se han llenado con tantas aguas residuales arrojadas por las cercanas torres residenciales de vidrio y acero que grandes islas de ellas surgen de las aguas sucias cuando baja la marea. Ese sistema de lagunas, que rodea las villas y parque olímpico, con frecuencia es testigo de muertes masivas de peces a causa de la contaminación y emite un hedor sulfúrico que lastima los ojos.
Desde hace décadas se promete limpiar las aguas de Río y una serie de gobiernos han fijado fechas para la limpieza que con frecuencia retrasan. En el documento municipal con el que contendieron en 2009 para ser la sede de los Olímpicos, las autoridades juraron que los juegos “regenerarían los magníficas ríos y canales de Río”. Una promesa multimillonaria para programas de limpieza tenía el objetivo de estar entre los legados más importantes de los Juegos.
Un mes antes de la justa deportiva, el biólogo Mario Moscatelli voló durante más de dos horas en helicóptero sobre la zona de Río, como lo ha hecho mensualmente durante los últimos 20 años.
Desde las alturas, el problema de las aguas residuales de Río es tan claramente visible como lo es en el reporte del análisis: los ríos están negros, en las lagunas cerca del parque olímpico florece un alga verde fosforescente de las aguas negras; los barcos de madera de los pescadores se hunden en el espeso fango en la bahía Guanabara; los surfistas reman entre una enorme mancha café que contrasta con el azul celeste de las aguas circundantes.
“Han pasado décadas y no veo mejoría”, se lamentó Moscatelli, un activista que es el rostro más visible de la lucha para limpiar el agua de Río. “La bahía de Guanabara se ha transformado en una letrina. y desafortunadamente Río de Janeiro perdió la oportunidad, quizá la última gran oportunidad” para limpiarla.