El Real Madrid, sin Cristiano ni Bale, acabó con un Espanyol valiente (0-2) en dos apariciones de James, justo antes del descanso, y Benzema, y resolvió un partido dominado en el inicio por el anfitrión, pero que acabó con la autoridad blanca habitual en este comienzo de curso.
El pulso arrancó con revoluciones elevadas. En tres minutos, Sergio Ramos había visto una amarilla por una aparatosa entrada a Baptistao y el Madrid había dado sus primeros avisos. Un disparo cruzado de Lucas Vázquez desde la derecha y un remate de cabeza de Ramos tras un córner. Ambos se fueron desviados por muy poco.
El Espanyol tuvo que lamentar, a los ocho minutos, la lesión de Piatti. El extremo fue sustituido por Álvaro Vázquez. Los de Quique no se lamentaron por un cambio obligado y prematuro. De hecho, disfrutaron de su mejor ocasión en la siguiente acción. Baptistao se quedó solo ante Casilla, que evitó el gol.
Los de Zidane no controlaban el partido. El anfitrión tocaba y se plantaba en el área rival sin excesivos problemas. No disfrutó de oportunidades claras, pero mandaba en Cornellá. Modric, cerebro del Madrid en este inicio de curso, no estaba entrando apenas en el partido.
El técnico francés debía afrontar otro incidente: lesión de Casemiro. Entró Kroos en el minuto 19. Sin calentar. A la media hora, los blancos seguían sin fluidez ni ideas, sin conectar con Benzema y todavía sin ningún disparo entre los tres palos, mientras que el Espanyol disfrutaba de espacios, precisión y velocidad.
Y quizá pudo disfrutar de más comodidad si Sergio Ramos hubiera visto la segunda amarilla, en una jugada en la que pareció que el balón le dio en una mano tras un disparo de Hernán Pérez. El defensa se quedó tendido en el suelo, quejándose de que el esférico le había golpeado en la cara, y fue atendido por los médicos. El colegiado no señaló nada.
Pero el Madrid ya ha demostrado que puede cambiar guiones en un instante. Con una genialidad de su repertorio de estrellas. Modric superó líneas con una velocidad pasmosa y dejó claro que el dominio blanquiazul no era tan sólido como parecía. No hubo gol, pero Cornellá-El Prat enfrió sus ánimos.
Benzema dio otro susto, esta vez más serio, y marcó un gol de cabeza, aunque bien anulado por fuera de juego en el minuto 40. El francés había picado el balón con la cabeza tras un centro de Marcelo. La amenaza crecía y, pese a los esfuerzos del Espanyol de mantener la presión arriba, el Real Madrid acabó por culminar sus aproximaciones.
Fue James. Titular en la Liga más de tres meses después. El colombiano, después de un pase de Kroos y de zafarse de sus defensores, firmó un latigazo con la zurda que se aproximó a un poste con tiralíneas y eludió la estirada del portero Diego López. El 0-1, justo antes del descanso, cambiaba el guión del pulso.
En la reanudación, el Espanyol mantuvo su apuesta y buscó el gol con insistencia. Los centros desde las bandas eran su principal argumento y, pese a la altura de Baptistao, la defensa del Madrid hacía sus deberes. La necesidad de los de Quique, eso sí, facilitaba el trabajo para los atacantes rivales.
El Madrid era doblemente peligroso. Lo demostró Benzema, con un control y una media vuelta que acabó en volea. Diego López estuvo atento y felino y evitó el tanto del francés. El cuadro perico resistía, y perseguía el empate con valentía, pero las sensaciones eran distintas.
En otro chispazo, la pegada de los de Zidane, hasta ahora el equipo más realizador de la categoría, remató el partido en Cornellá-El Prat. Un terrible mazazo de Benzema en el minuto 70. De Carvajal a Lucas Vázquez, pase al centro del área y el galo define como un misil. Raso e imparable.
Caicedo pudo subsanar el 0-2 en la siguiente acción. El ecuatoriano se plantó ante Kiko Casilla, aunque el meta reaccionó bien. Al anfitrión se le agotaron las balas y el Madrid no quiso riesgos innecesarios en los últimos compases. Un final claro y sin sobresaltos