«Estamos acercándonos cada día más. No piensen que nos hemos olvidado de ustedes. Dios hizo que los judíos del mundo se juntaran en Israel y así la guerra contra ellos es fácil (…). Palestina será su cementerio».
Estas palabras del líder del autodenominado Estado Islámico (EI), Abu Bakr al Baghdadi, difundidas en un video publicado en diciembre pasado, son ejemplo de una retórica amenazadora del grupo contra Israel que resurge de tanto en tanto.
Hasta el momento, sin embargo, EI no ha atacado de forma directa al Estado judío.
Y, más allá de cierta cooperación en inteligencia, Israel no se ha unido a la lista de países que han tomado parte en acciones directas contra el grupo islamista en Irak y Siria.
En otras palabras, aunque la cercanía física y a la distancia ideológica parece hacer de ellos «enemigos naturales», Israel y Estado Islámico parecen mirarse con cautela.
¿Por qué estos dos actores fundamentales en una región en conflicto no se han enfrentado de forma directa?
La distancia geográfica
Para Shlomo Brom, autor de un informe sobre la relación entre Israel y Estado Islámico e investigador del Instituto para los Estudios de la Seguridad Nacional -un centro de investigaciones de defensa con sede en Tel Aviv- parte de la respuesta está en la geografía.
«Primero describamos la situación: la mayor parte del territorio bajo control de Estado Islámico está lejos de Israel. El único lugar relevante es una zona pequeña adyacente a la frontera con Israel en los Altos del Golán, que está controlada por una organización de rebeldes sirios que se declaró fiel a EI», explica Brom.
«Por tanto, no hay forma de que EI haga daño a Israel sin tener una frontera común», le dice a BBC Mundo.
Y los otros expertos consultados coinciden en que este «factor geográfico» es clave para explicar la falta de enfrentamientos directos entre ambas partes.
«EI en la zona de la frontera es muy pequeño comparado con su tamaño en otras zonas de Siria o en Irak. Tiene recursos muy limitados y está muy centrado en combatir tanto el control del régimen sirio en la zona como a otros grupos como el Frente Al Nusra (un grupo asociado a al Qaeda en Siria y el Líbano)», apunta Ofer Zalzberg, analista del International Crisis Group en Jerusalén.
«Israel no es una prioridad. De hecho, se acercaron a la frontera de Israel para protegerse de los ataques del gobierno sirio porque al Asad fue muy cuidadoso en su ataque por temor a que salpicara a Israel y eso pudiera desestabilizar las cosas», le dice a BBC Mundo.
¿Y los atentados?
Ahora bien: si la distancia geográfica puede explicar en parte la ausencia de un conflicto directo, la misma no impidió que Estado Islámico organizara o reclamara ataques en lugares alejados del territorio bajo su control, como París o Niza.
¿Por qué esto no ha sucedido en Israel?
Entre las razones citadas por los expertos está un mayor control y protección por parte de la inteligencia israelí sobre su territorio.
Pero no es la única.
«En Israel estamos en un entorno diferente al de Europa. La base social de la que EI podría reclutar militantes es mucho más pequeña en Israel y aquí está compuesta casi exclusivamente por palestinos», explica el analista de origen palestino Mouin Rabbani.
«Es diferente de Francia, por ejemplo, donde hay una mezcla de nacionalidades», apunta el coeditor de la revista digital Jadaliyya, publicada por el Instituto de Estudios Árabes.
«Si se mira a los palestinos, incluidos los palestinos en Israel, ellos ya tienen una causa identificable y un proyecto nacional. Y como conjunto es menos probable que se involucren en esa causa transnacional que en Europa o EE.UU.», le dice a BBC Mundo.
Una excepción, quizá, fue el ataque del pasado 8 de junio en Tel Aviv, en el que murieron cuatro israelíes.
De los atacantes -dos palestinos- se dijo en el tribunal que «fueron inspirados por propaganda de EI».
Pero ciertamente las desavenencias políticas y religiosas entre Hamás -el grupo islamista que controla la Franja de Gaza- y Estado Islámico también han limitado el alcance de la influencia de esta organización en los territorios palestinos.
«Son adversarios. Teológicamente, no solo Hamás, sino también los Hermanos Musulmanes, critican a EI y al revés, porque a su juicio defienden una interpretación errónea del Islam», explica Zalzberg.
«Y por otro lado está la cuestión política: EI está intentando demoler los estados árabes y las facciones que ya existen, mientras que los Hermanos Musulmanes, incluido Hamás, intentan tomarlas desde dentro», agrega el experto.
Y además de motivos «internos», la falta de enfrentamientos directos entre Israel y EI también tiene razones estratégicas de carácter geopolítico.
La guerra en Siria, por ejemplo, es el principal factor de desestabilización en la región en la actualidad. Y a Israel no le interesa verse atrapado en ese conflicto.
La «peste y el cólera» en la guerra siria
«Los adversarios en ese conflicto son ambos indeseables para Israel. En la jerga de quienes deciden en ese país, se trataría de una decisión entre ‘la peste y el cólera». Entendiendo por ‘peste’ al régimen sirio y por ‘cólera’ a Estado Islámico», apunta Zalzberg.
«De modo que Israel eligió no ayudar a ninguno de los dos bandos, sobre todo, mientras no sea atacado en su territorio. Eso sí dispararía una represalia inmediata», asegura el experto.
El papel y los intereses israelíes en la guerra siria, sin embargo, no se limitan a esa organización.
A diferencia de otros países árabes vecinos -como Egipto o Jordania-, Israel y Siria nunca firmaron un acuerdo de paz y ejército israelí mantiene bajo su control parte de los Altos del Golán, un enclave estratégico reclamado por Damasco y considerado como «territorio ocupado» por Naciones Unidas.
Además, el gobierno de Bachar al Asad es aliado de dos de los principales enemigos de Israel en la región: Irán y el grupo chiita libanés Hezbolá, al que el ejército israelí sí atacó puntualmente en territorio sirio.
«Se puede decir que la prioridad de Israel en el conflicto sirio es que el régimen se debilite, pero también que Siria, como sociedad, como Estado y como capacidad militar se debiliten», asegura Rabbani.
«Esto es diferente de decir que Israel tome partido por un lado u otro. Desde una perspectiva israelí, tener a todas estas partes matándose los unos a los otros y destruyendo el país cumple bien sus propósitos«, le dice a BBC Mundo.
La agenda de EI
Desde el otro lado, la decisión de Estado Islámico de no atacar directamente a Israel -a quien sí identifica entre sus enemigos- responde en parte a «una falta de capacidad operativa» y a que ese movimiento no es «prioritario» en su agenda, explican los expertos consultados.
«EI tiene un frente principal que es Siria e Irak, y un segundo espacio que es tratar de poner un pie en países altamente inestables como es Libia y realizar o promocionar atentados terroristas que lleven su marca», apunta Mariano Aguirre, director del Centro Noruego para la Resolución de Conflictos, en diálogo con BBC Mundo.
«No tiene sentido militar para ellos enfrentarse a un enemigo muy poderoso en la región como es Israel», explica.
Y Rabbani coincide en que, para EI, la prioridad son sus enemigos más cercanos.
«Se podría decir que Al Qaeda está más preocupada por el enemigo lejano, sobre todo EEUU y sus aliados, mientras que EI está mucho más preocupado por el llamado enemigo cercano, que son los regímenes de la región», explica el analista.
«Para EI, la prioridad no es atacar Israel y a los, entre comillas, palestinos moderados. Ni siquiera derrocar al régimen de Damasco. Su prioridad es la consolidación y expansión del territorio bajo su control«, concluye.