El campo se encuentra permanente amenazado por la irrupción de semillas transgénicas y un modelo agroalimentario que excluye la vida campesina y a pequeños productores.
Miguel Escalona, investigador de la Universidad Veracruzana (UV) , y parte del proyecto «Tecnologías alternativas para la agricultura», afirmó que se ha logrado detener por tres años la siembra en el país de maíz genéticamente modificado, cuya intención es mercantilizar la alimentación.
En el marco del día nacional del maíz, productores de diversas regiones de Xalapa se congregaron en Rancho Viejo para hacer una muestra gastronómica y cultural de las diversidades del maíz.
Como parte de la campaña nacional «Sin Maíz no hay país», Escalona afirmó que es necesario revertir el modelo agroalimentario que impulsa el gobierno federal, y que desde el campo y las ciudades se apoye la preservación de suelos y semillas.
Afirmó que los pequeños productores están excluidos de la política federal, pues se da al campo nulos estímulos que tienen un enfoque asistencialista y clientelar, que sigue expulsando a millones de pobladores del campo.
“La agroindustria, las mineras y la voracidad de los grandes consorcios despojan a comunidades y pueblos entero de su tierra, agua, boques y recursos naturales. Los pueblos indígenas y campesinos han sido reducidos a proveedores subordinados de coyotes y monopolios”, dijo.
Criticó que los tratados comerciales han despreciados al maíz y ha castigado el precio del maíz blanco, “el poder de las trasnacionales está superando al gobierno, y mediante tratados internacionales las empresas imponen las reglas de comercio”.
Todo esto ha provocado que producir maíz en Veracruz ya no sea negocio, por lo que cada año se tienen que importar más de 10 millones de toneladas del extranjero.