Los habitantes de varias islas griegas que han ayudado a miles de refugiados, el acuerdo atómico iraní, los “cascos blancos” sirios y varios activistas rusos figuran en las quinielas para el Nobel de la Paz, que se falla mañana en Oslo y que este año no tiene ningún favorito claro.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Timoleón Jiménez, eran grandes favoritos en los pronósticos y las casas de apuestas hasta hace unos días, pero el triunfo del no a los acuerdos de paz en el plebiscito del domingo ha hecho que sus opciones se hayan reducido.
En su lugar aparece una amalgama de nombres que incluye también al papa Francisco, el médico congoleño Denis Mukwege, el ex analista de la CIA, Edward Snowden; la joven yazidí Nadia Murad, secuestrada por el Estado Islámico en Irak; el acuerdo contra cambio climático alcanzado en París y el activista indio Jockin Arputham.
Entre los aspirantes rusos destacan Svetlana Gánushkina, de la organización Memorial, y el periódico Nóvaya Gazeta, por delante de otros que suenan hace años, como Serguéi Kovaliov, Lilia Shibanova, Ludmila Alexeeva, la ONG Ágora o la abogada chechena Lidia Yusúpova.
Como la iugur Rebiya Kadeer, el Centro de Derechos Humanos de Baréin o el obispo mexicano José Raúl Vera López -favorito en pasadas ediciones-, Yusúpova ha ganado el premio de derechos humanos de la fundación noruega Rafto, que este año ha ido a la iraquí Yanar Mohammed por su lucha por las mujeres y las minorías.
Ganadores del Rafto como la birmana Aung San Suu Kyi, el expresidente de Timor Oriental José Ramos Horta, el coreano Kim Dae-Jung y la abogada iraní Shirin Ebadi fueron premiados años después con el Nobel de la Paz.
El papel en la crisis de los refugiados en Europa podría ser reconocido también con un premio a la canciller alemana, Angela Merkel; o al sacerdote católico Abba Mussie Zerai, fundador y presidente de la Agenzia Habeshia, que lucha por los derechos de los emigrantes que llegan en botes a Italia.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), las ONG Irak Body Count y Transparencia Internacional, los activistas saudíes Abu al Khair y Raif Badawi, el teórico estadounidense de la no violencia Gene Sharp y la Campaña internacional para la abolición de las armas nucleares suenan también en la larga lista de supuestos aspirantes.
De acuerdo con el testamento de Alfred Nobel, el fundador de los premios, pueden nominar candidatos catedráticos de universidad en Derecho, Historia y Ciencias Políticas; parlamentarios, antiguos laureados y miembros de cortes internacionales, entre otros.
Pero sólo si quienes nominan lo hacen público se puede conocer la identidad de los candidatos, ya que el Comité Nobel noruego no confirma nombres hasta pasados cincuenta años y sólo hace público el número total de aspirantes, que este año ha alcanzado la cifra récord de 376, 228 personas y 148 organizaciones.
El Cuarteto para el Diálogo Nacional en Túnez fue el ganador del premio el año pasado por su labor en la construcción de una “democracia plural” en este país africano, según el fallo.
El de la Paz es el único de los seis premios que se otorga y se entrega fuera de Suecia, en Oslo, por deseo expreso de Alfred Nobel, ya que en su época Noruega formaba parte del reino sueco.