“Festejando a Cristina Pacheco”
Aquí nos tocó vivir, es el nombre de uno de los programas televisivos que conduce la extraordinaria periodista, escritora, y conductora, Cristina Pacheco. La característica especial que tiene el programa consiste en que los invitados son personas sencillas, sin renombre o fama, es decir, Cristina Pacheco entrevista a la gente del pueblo que nos contará anécdotas y vivencias de lo rutinario y ordinario de la vida, con la misma estructura de sencillez y realidad, en el año 1984 fue publicado un libro de cuentos de la escritora, titulado: Sopita de Fideo.
El libro integra veintiocho cuentos los cuales fueron publicados al inicio de los ochentas en los periódicos “El Día” y “Unomásuno”. La temática será variada, pero lo que le da unidad a la mayoría de los cuentos, es el retrato de la vida cotidiana del pueblo mexicano, claro está que al referirnos al pueblo y no a los políticos o adinerados, las historias serán en su mayoría de pobreza extrema, prostitución forzada, violencia, explotación laboral, desintegración familiar, abuso de autoridad, alcoholismo, abandono, tristezas, soledades, en general, son cuentos realistas que no buscan impresionar o sorprender al lector, Cristina Pacheco a través de sus cuentos sólo está describiendo la difícil vida de muchos hogares mexicanos.
En el cuento: “El menor de la familia”, Daniel a sus cinco años de edad es huérfano de padre y no conoce a su madre, vive con sus hermanos, siempre trae la misma ropa, en los pequeños cuartos donde viven no tiene un lugar propio para dormir, Daniel duerme de arrimado junto a su hermana Rebeca, ella cuando lo regaña lo amenaza que lo enviará a un internado, un día su hermana lo mandó a buscar agua a la casa de la vecina y como el pobre Daniel se tardó un poco en ir hacer el mandado, su hermana lo sentenció: “No, ya ni vayas; ya se me hizo tarde. Pero te advierto que cuando vuelva, me la vas a pagar…”.
Más adelante me encontré con el cuento: “Lorenzo el magnífico”, el sólo título me hizo recordar a un Príncipe y a Maquiavelo, sin embargo, el recuerdo nada tiene que ver con la realidad, Don Lorenzo es un sencillo jardinero olvidado por sus hijos y con absoluta necesidad de trabajar a pesar de su avanzada edad: “Invariablemente daba principio al trabajo con un monólogo que era una excusa adelantada por la lentitud con que lo realizaría: Antes era diferente porque me ayudaban mis hijos y juntos en un rato acabábamos. Desde que estudian ya no quieren trabajar conmigo. Les da vergüenza enlodarse. Muchachos tontos, parece que no saben que al final de la vida todos acabaremos igual enterrados.” Con el paso de los días don Lorenzo estaba a punto de perder una de sus piernas, a pesar de ello cojeando y como podía no dejaba de ir a trabajar, no por ser esclavo al trabajo, todo era por necesidad.
La soledad, el abandono, y la insensibilidad son temas difíciles pero muy vivibles en estas sociedades egoístas, en: “Jerónimo, el viejo”, la historia es desgarradora, Jerónimo de joven fue alto, fuerte, en la actualidad era un viejito enfermizo dependiente de su hija Marina, vivía en un pequeño cuarto en la casa de su hija, un día Marina fue a su cuarto y le dijo a su padre que se vistiera, que la maestra estaba por llegar, Don Jerónimo desesperado le responde:
“Ah… entonces ¿siempre me mandas al asilo?, la mujer va a salir, pero su padre estira los brazos, como si deseara estrecharla. –Marina, ya casi no como: en la mañana atolito. Ni pan quiero. Al mediodía mi sopa aguada, porque eso si me gusta, pero te consta que nunca alcanzo a llegar a los frijoles. Y en la noche… Bueno, si quieres ya no me des de cenar. Ni café si quiera porque se me va el sueño. Papá, por favor, se lo suplico, levántese… – Marina, yo sé lo que te digo: ya no voy a durar. Con la ropa que tengo me aguanta hasta que me muera.”
A Marina le había costado mucho tomar la decisión de enviar a su padre al asilo, y más en estos momentos que su padre le pedía clemencia para que no lo enviara, pero el esposo de Marina le exigía y ordenaba sacara a su padre de esa habitación para que en ella durmieran sus dos hijos, estando en plena discusión padre e hija, entró Rafael el esposo de Marina: “Újule, otra vez chillando… En cuanto oye estas palabras Don Jerónimo se incorpora, adopta una actitud heroica y dice: -Ya voy, nomás le estaba contando a mi hija cómo fusilaron los federales a mi hermano Chuy delante de mí. Parece que estoy oyendo la voz del infeliz que dio la orden: Disparen, apunten, fuego… Chuy cayó, enterito como un hombre. A ver Marina, búscame mi calcetín.” para irse con la maestra.
Para finalizar les narraré el cuento: “Mi tumba, mi casa”, donde Domitila es desalojada por un Licenciado, Domitila no opuso resistencia al desalojo, acordaron día y hora, cuando llego el día la pobre Domitila todavía no terminaba de empacar sus cosas, en lo que terminaba de empacar le contaba al Licenciado lo difícil que era para ella salirse de esa casita, porque ganaba muy poco y no tenía a donde ir, el Licenciado estaba desesperado y no le interesaba escuchar los lamentos de Domitila, casi al finalizar el dialogo entre los dos personajes, Domitila le expresó a su verdugo:
“¿Sabe que me da risa? Que solo cuando me muera voy a tener un hoyo dónde meterme. Entonces sí, a querer o no, van hallarme un lugarcito en el mundo. Hasta me han dado ganas de ir por allá, a los panteones, y decirles a los camposanteros: “Oigan, déjenme vivir en el pedazo de tierra donde van a ponerme cuando esté muerta. Entonces no voy a necesitarlo, mientras que ahora sí. Lo digo en serio, a mí no me importa quedar soterrada. Siempre he vivido en el sótano, siempre estuve más abajo que todos y nunca me importó, ni siquiera cuando estaba muchacha. Ahora que tengo 82 años, ¿Usted cree que pueda mortificarme vivir un poco más abajito?”
Lo narrado desde mi pluma, ideas e interpretación, son algunos cuentos que integran: “Sopita de Fideo”. Finalmente, leer parte de la obra de Cristina Pacheco ha sido un verdadero disfrute, hoy que estamos festejando sus setenta y cinco años de vida, la mejor manera de celebrarlos es leyendo y “Conversando con Cristina Pacheco”, no en su programa, sino a través de su obra.
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