Los desastres naturales causan un daño económico de más de trescientos mil millones de dólares al año y arrastran a 26 millones de personas a la pobreza, según un informe del Banco Mundial y del Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR).
El documento, presentado hoy en la cumbre del clima de Marrakech (COP22), cuantifica los impactos humanos y económicos de los fenómenos meteorológicos extremos agravados por el cambio climático sobre la pobreza y pone de manifiesto que son mucho más devastadores de lo que se pensaba.
El informe apunta a América Latina y el Caribe cómo una de las regiones del mundo más afectadas por las inundaciones o sequías cuya frecuencia e intensidad está aumentando el cambio climático, y estima que las pérdidas provocadas por estos eventos extremos en la región alcanzan un promedio de 84 mil millones de dólares al año.
En la mayoría de los países centroamericanos, la pobreza de las poblaciones afectadas por huracanes se incrementó en hasta un 14 %.
En términos generales, el informe sostiene que sólo las aseguradoras desembolsaron 92.000 millones de dólares en 2015 por costes asociados a los eventos meteorológicos extremos.
No obstante, Stephane Hallegatte, la economista que ha dirigido el estudio, señala a Efe que la estimación de los daños causados por inundaciones, sequías o huracanes ascendió el pasado año a trescientos mil millones de dólares, ya que la mayoría de ellos se produjeron en países pobres y en áreas no cubiertas por las aseguradoras.
“Las personas pobres y en situación de exclusión sufrieron las mayores pérdidas ya que sus medios de vida dependen de menos activos, su consumo está más cerca de los niveles de subsistencia, y no pueden recurrir a unos ahorros para suavizar los impactos de los desastres”, explica Hallegatte.
Además, el estudio indica que los desastres naturales tienen un impacto más que significativo en el consumo mundial, causando pérdidas de 520.000 millones de dólares.
“Los eventos climáticos de gran envergadura ponen en peligro décadas de avances en la lucha contra la pobreza”, afirma Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, quien ha subrayado que “generar resiliencia frente a estos eventos extremos no es solo un objetivo razonable desde el punto de vista económico, es también un imperativo moral”.
“La buena noticia”, según Hallegatte, “es que se han evaluado también los impactos de las iniciativas llevadas a cabo por los países para generar resiliencia frente a estos desastres, como los sistemas de alerta temprana, o las pólizas de seguros y los sistemas de protección social”.
“La conclusión es que la combinación de esas medidas permitiría a los países y las comunidades ahorrar cien mil millones de dólares y reducir en un 20 por ciento el impacto total de los desastres sobre el bienestar”, concluye Hallegatte.