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Excélsior

Este domingo, Solemnidad de CRISTO REY, llegó a su culmen el AÑO DE LA
MISERICORDIA convocado por el Papa Francisco a través de la Bula Misericordiae
Vultus. El jubileo empezó el 8 de diciembre de 2015 y se cerró este 20 de noviembre
de 2016. Este Año de la Misericordia se celebró en todo el mundo; todas las diócesis
abrieron al menos una Puerta de la Misericordia para que todos alcanzaran los
bienes espirituales que se promovían.
Con una Plaza de San Pedro abarrotada por más de 70 mil peregrinos llegados de
todos los continentes, el Papa Francisco elevó alabanzas y dio gracias a Dios por
todos los beneficios que este tiempo de gracia trajo para los fieles católicos; en
múltiples ocasiones pudimos experimentar la ternura divina expresada a través de
la reconciliación con Dios y los hermanos. “Este tiempo de misericordia nos llama a
mirar el verdadero rostro de nuestro rey, el que resplandece en la Pascua, y a
redescubrir el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es
acogedora, libre, fiel, pobre en los medios y rica en el amor, misericordiosa”, señaló
Francisco.
Concluida la Misa, el Santo Padre firmó su Carta Apostólica “Misericordia et misera”,
dirigida a toda la Iglesia, “para continuar a vivir la misericordia con la misma
intensidad experimentada durante todo el Jubileo extraordinario”. La Carta será
publicada este lunes y presentada en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
La misericordia proviene del AMOR DE DIOS; Dios es amor (1 Jn 4, 8); este amor
de Dios, consiste “No en que hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó
primero y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados (1 Jn 4, 10). “Dios
nos amó, aun cuando éramos pecadores” (Rom 5, 8). Dios nos demostró su amor,
enviándonos a su propio Hijo para salvarnos. Dios sigue buscando pecadores
porque nos quiere salvar. Actualmente él se aproxima a nosotros por medio de los
sacramentos en la Iglesia; a través de ellos él nos muestra su ternura y su
misericordia; Como dijera el Papa Francisco “los sacramentos son el modo concreto
como Dios sale a nuestro encuentro para abrazarnos sin avergonzarse de nosotros
y de nuestros límites… sin duda entre los sacramentos, el de la reconciliación, es el
que mejor hace visible el rostro misericordioso de Dios”.
Damos gracias a Dios también nosotros porque el sucesor de San Pedro,
prácticamente desde sus primeras alocuciones ha estado recordándonos
frecuentemente que Dios nos ama profundamente. La misericordia divina es un
tema favorito del Papa Francisco que aparece continuamente en sus mensajes.
Bien podemos decir que Francisco es el Papa de la misericordia. Su lema episcopal
así lo expresa: “miserando atque eligendo” (lo eligió con ojos de misericordia). El
obispo de Roma repite insistentemente: “Dios no se cansa de perdonar, él es
misericordioso”. “Jesucristo es el rostro misericordioso del Padre”. “La misericordia
es una palabra que cambia todo”, “Un poco de misericordia hace al mundo menos
frío y más justo”. “La Iglesia debe llevar a cabo su misión por el camino de la
misericordia”
La Iglesia católica inició la tradición de los jubileos con el Papa Bonifacio VIII, en el
año 1300. Este pontífice previó la realización de un jubileo cada siglo. Fue desde el
1475 que el jubileo ordinario comenzó a espaciarse cada 25 años. A la fecha se han
celebrado 26 jubileos ordinarios, el último fue el del año 2000. Un jubileo
extraordinario, como es el caso del jubileo de la Misericordia que se concluyó este
domingo, se proclama con ocasión de un acontecimiento de particular importancia.
En efecto, la apertura del Año de la Misericordia coincidió con el 50 aniversario de
la clausura del Concilio Vaticano II, ocurrida en 1965.
El jubileo consiste en ofrecer un perdón general, una indulgencia abierta a todos y
en la posibilidad de renovar la relación con Dios y con nuestros prójimos. El Jubileo
es siempre una oportunidad para profundizar la fe y vivir con un compromiso
renovado el testimonio cristiano. Durante este Año de la Misericordia hemos podido
experimentar cuanto amor nos tiene el Señor.
Ahora bien, esta experiencia que hemos tenido durante este año de gracia, nos
impulsa también a proyectar a todos esta misma gracia divina. La misión nuestra
debe estar impregnada de misericordia. Se termina el año jubilar pero la
misericordia debe seguir siendo un rasgo de todos los que somos bautizados y
pertenecemos a la Iglesia. Los bautizados debemos expresar esta ternura de Dios
que nosotros mismos hemos experimentado.
Durante este AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA, se pretendió recordar a todo el
mundo que Dios ama a todas las personas, las ama con un amor increíble, un amor
paciente y misericordioso, un amor absolutamente gratuito; un amor que desea la
salvación y la vida eterna para todos sus hijos. En palabras del Papa Francisco “hay
que pedir la gracia de nunca cerrar la puerta de la reconciliación y del perdón”.
Siempre debe haber lugar para la esperanza.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina de Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa