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Excélsior

El papa Francisco cerró el domingo el Año Santo de la Misericordia de la Iglesia católica, un periodo que generó esperanza entre muchos fieles pero que también se vio estropeado por conflictos en todo el mundo y por luchas internas dentro de la misma Iglesia.

El siguiente debía celebrarse en 2025, pero Francisco, de 79 años, preocupado por las crecientes divisiones y conflictos en el mundo y por la polarización entre los católicos, llamó a uno especial sobre el tema de la misericordia, en medio de sus intentos para que la Iglesia sea más inclusiva.

En una ceremonia solemne en la Basílica de San Pedro, Francisco cerró la Puerta Santa, a través de la cual el Vaticano dijo que unos 20 millones de peregrinos caminaron desde su apertura el 8 de diciembre para buscar bendiciones especiales y pasar simbólicamente del pecado a la gracia.

Los Años Santos normalmente tienen lugar cada 25 años a menos que un Papa decrete uno extraordinario, como el que se cerró el domingo, para llamar la atención sobre una necesidad o un tema particular.

RECONCILIACIÓN MUNDIAL
Los católicos de todo el mundo fueron instados a perdonarse unos a otros y el Papa hizo numerosos llamados a los líderes mundiales para que hagan gestos de paz y reconciliación.

En su homilía en una misa ante 70 mil personas en la Plaza de San Pedro, celebrada junto con 17 nuevos cardenales investidos el sábado, pidió que el espíritu de esperanza y misericordia continúe.

Durante el año, tanto Cuba como Paraguay respondieron a las apelaciones papales y concedieron amnistías a prisioneros.

Además, Francisco celebró una reunión histórica de reconciliación con el jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa tras una ruptura de casi mil años.

Sin embargo, sus numerosos llamados durante el año para un alto al fuego permanente en Siria y por la paz en lugares como Ucrania lograron pocos resultados.