CENTENARIO DE ELENA GARRO (IV).
Para escritores como Gabriel García Márquez el periodismo es un género literario, y es que a través de las crónicas, los relatos, se pueden escribir artículos que con el tiempo adquieren un extraordinario valor literario, el ejemplo de lo antes afirmado se encuentra en libro titulado: Revolucionarios mexicanos, el cual es un compendio de textos periodísticos que Elena Garro escribió en la revista: “Por qué”, fundada por Mario Menéndez Rodríguez.
Elena Garro escribió los textos periodísticos del mes de enero a mayo de 1968, fueron cinco los artículos que conformaron la serie denominada: “Los Caudillos”. Cuando se llevó a cabo el proyecto de publicar el libro, la propia Elena Garro fue la que decidió que llevara el título: Revolucionarios mexicanos, la obra está integrada por los siguientes temas: “Ricardo Flores Magón, Francisco I. Madero, El interinato de De la Barra y el gobierno de don Francisco I. Madero, La Decena Trágica. Diez días de infamia, hipocresía y traición, ¿Cuál fue el castigo de los asesinos del Presidente Madero?”
Desde la visión de Elena Garro, conoceremos de manera detallada la vida y obra de personajes que son parte importante de nuestra historia, algunos son recordados como verdaderos hombres que dieron su vida por hacer patria y otros se recordarán sólo como unos traidores. En el artículo que dedica a Francisco I. Madero, la escritora nos presenta al Apóstol de la democracia con las siguientes palabras:
“Francisco I. Madero es de los escasos revolucionarios en la historia del mundo en el que no existen contradicciones entre la teoría y la conducta. Es también el revolucionario que no deseó el poder por ambición personal, sino para imponer las ideas que lo animaban. Enfrentado a un país totalitario, comprendió que era necesario un ejemplo para rescatar los valores espirituales en desuso y oponerlos a la desvergüenza utilitaria y totalitaria del poder por el poder, o del poder cueste lo que cueste, ejercido por una camarilla de gentes de bajísimo orden y carentes de toda cultura.”
Desde el primer momento se percibe la enorme admiración que Elena siente por Madero, desde una opinión personal considero que Francisco I. Madero es de los pocos hombres íntegros que han tratado de utilizar la política como un fin de beneficio social y no personal, la familia Madero era de las más ricas del país, bien pudo Don Francisco dedicarse a vivir su vida holgadamente, era un hombre de estudios, había vivido en Europa, sin embargo, desde que se hizo cargo de los negocios de la familia, Madero buscó dignificar la vida de sus trabajadores con derechos que en aquellos años eran impensables.
Elena Garro llama a Madero “El revolucionario caballero”, fue un hombre que se condujo con los mismos principios en la vida pública como en la privada, y esto en un ambiente de absoluta corrupción y ambición por el poder fue un pecado capital, hoy existen afirmaciones que Madero cometió graves errores, que le faltó en momentos claves firmeza, decisión, mano dura, que confió decisiones importantes en traidores como Victoriano Huerta o que fue un error garrafal permitir el interinato como Presidente de México al porfirista Francisco León de la Barra, sobre este punto Elena Garro escribió:
“Francisco I. Madero, ese 26 de mayo, lanzó un manifiesto dirigido al pueblo. “El señor Francisco de la Barra no tiene más apoyo en el poder que el de la opinión pública, y como esta únicamente proclama los principios de la revolución, podemos decir que el actual Presidente de la República está enteramente con nosotros”. Madero, un hombre de principios, un caballero, pensaba que trataba con iguales.”
Son varios los personajes que aparecen en esta antología de textos periodísticos, me he detenido en Madero porque con defectos y virtudes es un personaje que me atrae, y más si analizamos que después de Madero, pocos (no me atrevería a dar un nombre), han sido los políticos mexicanos que pueden ser vistos como hombres de principios y valores, me atrevo a afirmar que casi todos han buscado y buscan el poder por ambición, los resultados están a la vista, es verdad que hoy no vivimos en un sistema totalitario como en el que vivió Madero, pero el nivel de corrupción es igual o peor al de la época porfirista, lo más preocupante es que en la actualidad no contamos con ningún Madero, como diría el personaje llamado Cesar Rubio en la obra de teatro de Rodolfo Usigli titulada: “El Gesticulador”: “Todos son unos gesticuladores hipócritas”.
En el artículo: “La Decena Trágica”, Elena Garro narrará desde el 9 de febrero de 1913 cuando inicia esta batalla sangrienta que culminará con el golpe de Estado contra la presidencia de Francisco I. Madero, hasta el 24 de febrero de 1913, día en que el gran traidor Victoriano Huerta permite a la viuda de Madero visitar el cadáver de su esposo, Elena con información documentada relata todo lo acontecido en este funesto mes, concluyendo el artículo el día del entierro de Madero:
“Por la mañana se efectuaron los entierros. Antes de dejar la capital de la república, el ministro de Cuba vio a unas pobres gentes del pueblo que llevaban un ramo de siemprevivas a la tumba del señor Madero. El ramo iba atado con un lazo que rezaba: “Señor: los desgraciados te lloramos porque solo podemos ofrecerte nuestras lágrimas.” El epitafio del pueblo de México a su Presidente Francisco I. Madero sigue vigente.”
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