“El Libro Mayor del Tango.”

Como cada año desde 1977, el 11de diciembre se festeja el día internacional del tango, los amantes y apasionados de este género musical, recordamos el nacimiento de dos figuras emblemáticas y pilares del tango, me refiero a Carlos Gardel y Julio De Caro. El tango es un fenómeno musical que sigue vigente, sus canciones, poemas, dramas, música, baile, literatura, se estudia, se escucha, se baila y disfruta con enorme atracción e interés, escribir sobre el tango provoca pasión y emoción, en esta ocasión me permitiré presentarles a uno de los mexicanos más universales del tango llamado Jorge “Che” Sareli.
Jorge Sareli es originario de la ciudad de Minatitlán, Veracruz, en el año 1974, ya siendo un gran cantor del tango, admirado y enormemente reconocido en Argentina, salió publicado su libro titulado: “El Libro Mayor del Tango.” En este valioso libro Jorge Sareli nos cuenta que desde los doce años de vida era amante del tango, pero la consagración de ese amor se dio en el año 1935, fecha en que murió Gardel:
“En el cine Olimpia de la ciudad de mi infancia, Minatitlán, Veracruz, se exhibía la película de Carlos Gardel: El día que me quieras, y como yo tenía acceso gratis a dicho cine, el dia de su exhibición me quedé sorprendido al ver actuar al señor Carlos Gardel y la manera de cantar esos tangos; para mi fue una novedad. Durante toda la semana la vi tres veces diarias y llegué a aprender los tangos que él cantaba y casi todos los diálogos de los actores que tomaban parte en dicha cinta”.
Jorge Sareli tenía sólo quince años de edad cuando a través de las imágenes tuvo su primer encuentro con Gardel y eso bastó para entregar su vida al tango, luego, luego, se aprendió tangos clásicos como: “Volver, Cuesta abajo, Caminito, Mano a mano, Por una cabeza, El día que me quieras.” Sin embargo, esto apenas comenzaba, con el paso de los años Jorge Sareli se fue convirtiendo en una de las figuras más importantes del tango en México, ya siendo un reconocido cantor de tangos, Sareli tenía la ilusión y el reto de ir a cantar y grabar discos en Argentina, es decir, ir a vender naranjas al naranjal, es por ello que Don Emilio Azcárraga le dijo: “– ¡Qué valor tienes para hacer eso! ¿he…?”
Jorge Sareli emprendió su primer viaje a la Argentina en abril de 1965, su reportorio era de ocho discos grabados, muchas entrevistas, presentaciones en la televisión mexicana y en lugares emblemáticos en la ciudad de México como “El Patio”. Sareli sentía emoción de estar en la tierra donde nació el tango, donde vivieron y vivían figuras como Gardel, Enrique Santos Discepolo, Aníbal Troilo, Mariano Mores, Astor Piazzola, etc. Por supuesto que Sareli no llegó desprotegido, además de su reconocida trayectoria en México, tenía amigos en Argentina y llevaba recomendaciones para presentarse con grandes personalidades del tango, el periodismo y la televisión argentina, claro está que eso no garantizaba el éxito, Sareli tenía que vender naranjas en el naranjal, ello implicaba un verdadero reto, porque las recomendaciones ayudan, pero el recomendado tiene que parecer y ser.
En su primera semana en Buenos Aires, Jorge Sareli no buscó a nadie de sus conocidos, se dedicó a recorrer esta bella ciudad, se empapó del ambiente bonaerense, visito los restaurants, bares, cabarets, fue a lugares famosos donde cantaban tangos, Sareli nos describe a una ciudad bohemia, que vive la noche de manera intensa, que disfruta de la buena cena acompañada del vino, la bohemia, y en aquel lejano 1965 el tango se escuchaba hasta en los recorridos del taxi:
“El chofer muy bien vestido, me dijo: – ¿A qué hotel lo llevo, caballero? Le respondí: -Al hotel Lafayette que está en Reconquista y Lavalle. En el trayecto el chofer, comenzó a cantar en voz baja un tango, era Tomo y Obligo; yo me quede silencioso y sorprendido, pues la mera verdad lo hacía muy bien, y entonces me dije: Sareli, ¿Qué haces aquí…? Me entró un frio de miedo, pues pensaba que si todos los argentinos cantaban así, tendría que hacer mi viaje como un humilde turista y nada más.”
El tiempo de presentarse ante los amigos conocidos y recomendados llegó, a pesar del miedo que en momentos sentía el gran cantor veracruzano, la visita de Jorge Sareli fue todo un éxito, se presentó en la televisión argentina, le dieron un sinfín de reconocimientos, cantó en varios lugares clásicos como el llamado: La Catedral del tango “El Marabú”, en el Barrio de la Boca cantó tangos de la vieja guardia como “Mano a mano, tiempos viejos”, acompañado por la orquesta dirigida por Aníbal Troilo, Sareli interpretó “Garufa”, tango clásico compuesto por el propio Troilo, en general, el primer viaje de Jorge “Che” Sareli a la Argentina rebasó las expectativas planeadas e incluso ya estando ambientado en Buenos Aires como un cantor de tangos, Sareli nos platica la siguiente anécdota cuando salió con una bella amiga en una noche bohemia:
“Acepté su idea, salimos, abordamos un taxi conducido por un chofer de unos 76 años más o menos de edad, robusto, de piel curtida, tostado por el sol y recio en su manera de expresarse, al mismo tiempo simpático y fácil de palabras. A los pocos minutos de viajar con mi hermosa y simpática amiga, me sugirió que cantara algo y me dispuse a entonar a capella el tango-canción “Lejana tierra mía”.
Al escucharme, el conductor se volvió repetidas veces hacia mí, me miró fijamente sorprendido y de pronto se detuvo, pero yo seguí cantando, al terminar de cantar, el chofer, entusiasta, me aplaudió con euforia diciendo: – ¿De qué barrio sos? Por qué cantás lindo. Me hizo recordar aquellos tiempos de Carlitos Gardel, y además lo hacés muy bien… ¿De que barrio sos? –Mi amiga, al darse cuenta del entusiasmo del chofer, le dijo que yo no era argentino sino mexicano, y que venía por primera vez a trabajar a Buenos Aires y a grabar algunos discos de tangos.”
Posiblemente el mayor reconocimiento que recibió Jorge “Che” Sareli, se encuentra en la anécdota antes relatada. Jorge Sareli es de los más grandes cantantes de tangos que he escuchado, lo canta como toda tango debe ser entonado, con nostalgia, pasión, sentimientos de un pasado que cada día se hace presente, porque conforme pasan los años, quién no cantará: “Te acordás hermano, ¡qué tiempos aquellos!”
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