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Agencias

Eliminar la carne de nuestra alimentación puede traer beneficios para la salud y para el planeta, pero también podría perjudicar a millones de personas. Te contamos lo que dicen los expertos sobre un mundo sin carne.

Son muchos los motivos que pueden llevar a una persona a hacerse vegetariana.

Hay quienes dejan de comer carne para evitar el sufrimiento de los animales, y otros pueden seguir este camino porque piensan que así llevarán una vida más saludable.

Y la verdad es que por más que los “carnívoros” lo nieguen, los vegetarianos tienen razón: reducir la ingesta de carne trae muchos beneficios tanto a la salud como a nuestro planeta.

Pero si todos nos hiciéramos vegetarianos, ocasionaríamos serios inconvenientes a millones de personas, si no miles de millones de personas.

“En realidad, es una historia de dos mundos”, comenta Andrew Jarvis, del Centro Internacional de Agricultura Tropical de Colombia.

“En los países desarrollados, el vegetarianismo traería todo tipo de beneficios ambientales y para la salud. Pero tendría un impacto negativo en los países en desarrollo, en términos de pobreza”.

Carne por carros

Jarvis y sus colegas exploraron la hipótesis de qué podría suceder si de un día para otro la carne dejara de estar en nuestro menú.

En primer lugar observaron el impacto en el cambio climático.

La producción de alimentos representa entre el 25% y el 30% de todas las emisiones de gases con efecto invernadero generadas por el hombre en todo el mundo, y la mayor parte viene de la producción agropecuaria.

Si el vegetarianismo fuese adoptado globalmente para 2050 tendríamos 7 millones menos de muertes al año.
A pesar de esto, a menudo se subestima el impacto de nuestra alimentación sobre el clima.

En Estados Unidos, por ejemplo, una familia promedio de cuatro integrantes emite más gases con efecto invernadero por comer carne que por conducir dos autos.

Pero son los autos y no los filetes de ternera lo que suele estar en las discusiones sobre el calentamiento global.

“Muchas personas no piensan en las consecuencias que la producción de alimentos tiene en el clima”, señala Tim Benton, especialista en seguridad alimentaria de la Universidad de Leed, en Reino Unido.

“Pero si consumiéramos un poco menos de carne al día, dejaríamos un mundo mejor para nuestros hijos y nietos”.

Marco Springmann, investigador del programa Future of Food de la Universidad de Oxford, intentó cuantificar cuán mejor sería ese mundo, y construyó modelos computarizados que simularan lo que pasaría si todos los humanos se volvieran vegetarianos para el año 2050.

Los resultados indican que, gracias a la eliminación de carne roja de la dieta, las emisiones relacionadas con la producción de alimentos caerían un 60%.

Y si todo el mundo se hiciera vegano -no consumiera ningún producto de origen animal- la caída sería del 70%.

Pero Springmann admite que “este escenario no es muy realista”.

Más bosques y biodiversidad

La eliminación de carne traería un enorme impacto en la identidad de algunos pueblos.
La industria alimentaria, especialmente la agrícola, también ocupa mucho espacio, lo que provoca emisiones por la pérdida de biodiversidad debido a la transformación del uso de la tierra.

Aproximadamente en el mundo se ocupan unos cinco millones de hectáreas para el ganado. Esto es el 68% del total de tierras agrícolas.

Si todos nos volviéramos vegetarianos, en un mundo ideal, dedicaríamos el 80% de esos pastos a la reforestación, lo que aumentaría la absorción de carbono y aliviaría el cambio climático.

Transformar pastos en hábitats naturales también sería beneficioso para la biodiversidad, inclusive para grandes herbívoros como los búfalos, que perdieron su espacio por el ganado bovino, y para predadores como los lobos, que con frecuencia caen muertos por atacar ovejas, cerdos y aves de corral.

El 20% restante podría ser utilizado para el cultivo de más alimentos, a fin de compensar las fallas en el abastecimiento de comida.

A pesar de significar un aumento muy pequeño de superficie cultivada, esto sería suficiente para cubrir la pérdida de la carne en nuestra dieta, pues hoy en día una tercera parte de la tierra se utiliza para cultivar alimentos para el ganado.

Sin embargo, dado que los pastizales tienden a ser altamente degradados, tanto la restauración ambiental como la conversión a la agricultura requerirían de planificación e inversión.

“Simplemente no se podría sacar a las vacas del terreno y esperar a que el bosque crezca por sí solo”, aclara Jarvis.

Impacto económico

Una familia estadounidense de cuatro personas emite más gases efecto invernadero con la carne que consume que utilizando dos autos.
Las personas involucradas en la industria de carne también necesitarían ayuda para cambiar de oficio, ya sea en nuevas áreas de la agricultura, en la reforestación o en la producción de bioenergía a partir de cultivos que hoy se utilizan para el ganado.

Algunos agricultores también podrían ser pagados para mantener ganado con fines ambientales.

En caso de que no ofrezcamos alternativas y subsidios claros para las personas relacionadas con la industria del ganado, probablemente enfrentaríamos un incremento significativo del desempleo y trastornos sociales, especialmente en las comunidades rurales con estrechos vínculos con la industria.

“En el mundo hay más de 3.500 millones de rumiantes domésticos, y decenas de miles de millones de pollos que cada año se sacrifican para la alimentación“, dice Ben Phalan, quien investiga el equilibrio entre la demanda de alimentos y la biodiversidad en la universidad de Cambridge. “Hablaríamos de una enorme cantidad de trastornos para la economía”.

Tradiciones carnívoras

Pero incluso los planes mejor ejecutados no serían capaces de ofrecer un modo alternativo de vida para todas las personas que actualmente trabajan en la ganadería.

Aproximadamente un tercio de las tierras del mundo son áridas o semiáridas, que sólo pueden soportar la ganadería.

“Sin el ganado, la vida en ciertos lugares sería imposible para los humanos“, advierte Phalan.

Esto incluye particularmente a pueblos nómadas -como los mongoles y bereberes- que, sin sus animales, tendrían que emigrar a zonas urbanas, lo que probablemente ocasionaría una pérdida de su identidad cultural.

Así mismo, las personas cuyas vidas no dependen completamente de la ganadería también se verían afectadas.

La carne es una parte importante de la historia, tradición e identidad cultural de numerosos pueblos.

Son muchas las sociedades que ofrecen ganado en las bodas o en las que el centro de una celebración es la carne o el pavo.

“El impacto cultural de abandonar completamente la carne sería muy grande, por lo que los esfuerzos para reducir su consumo a menudo han fracasado”, explica Phalan.

Menos muertes y enfermedades crónicas

Estudios indican que las poblaciones rurales en países en desarrollo podrían enfrentar más pobreza con un “vegetarianismo universal”.
Pero si todos dejamos de consumir carne, los efectos para la salud serían variados.

El estudio de Springmann demostró que si todos fuéramos vegetarianos para el 2050, observaríamos una reducción global de la mortalidad del 6% al 10%, gracias a la disminución de enfermedades coronarias, diabetes, accidentes cerebrovasculares y algunos tipos de cáncer.

La mitad de estos resultados se debe a una reducción de ingesta de carne roja. La otra parte sería una reducción de calorías y una aumento de ingesta de frutas y verduras.

Y una dieta vegana mundial ampliaría todavía más estos beneficios, pues según la investigación, una dieta vegetariana evitaría unos 7 millones de muertes al año, mientras que si fuera vegana, la cifra subiría a 8 millones.

Menos personas con enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación significaría una reducción de la factura médica, lo que generaría ahorros de entre el 2% y 3% del producto interno bruto global.

Pero para que esto suceda sería necesario encontrar sustitutos apropiados desde el punto de vista nutricional, especialmente para los más de 2.000 millones de personas desnutridas que hay en todo el mundo.

Los alimentos de origen animal poseen más nutrientes por caloría que ciertos granos.

“El vegetarianismo a escala mundial podría crear una crisis de salud en el mundo en desarrollo, porque ¿dónde encontraríamos esos micronutrientes?”, se pregunta Benton.

Felizmente, el mundo entero no necesita adoptar el vegetarianismo o veganismo.

La clave está en consumir porciones de carne más pequeñas con una frecuencia moderada.

Un estudio reciente concluyó que si el Reino Unido adoptase las recomendaciones alimentarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sus emisiones de gases efecto invernadero caerían un 17%, un porcentaje que caería en otrs 40% si sus habitantes evitasen productos de origen animal y alimentos procesados.

“Son pequeños cambios que los consumidores apenas notarían. No sería algo como ser vegetariano versus ser carnívoro”, explica jarvis.