Las gasolineras en diversas entidades de la República Mexicana se encuentran el último sábado de este 2016, con largas filas de automóviles a unas horas de que se aplique el aumento a los precios de las gasolinas y el diésel.
Rumbo a la liberación de los precios de las gasolinas y del Diésel, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunció, el pasado martes 27 de diciembre, los precios máximos que en promedio a nivel nacional deberán tener estos combustibles del 1 de enero al 3 de febrero de 2017.
La magna costará un promedio máximo de 15.99 pesos el litro; la premium, 17.79 pesos, y el diésel, 17.05 pesos, lo que representarán incrementos de 14.2, 20.1 y 16.5%, respectivamente, en relación con los vigentes en diciembre de 2016.
TODO POR LLENAR EL TANQUE
Guadalupe López, una oficinista del estado de Guanajuato, tuvo que recorrer ocho gasolineras para poder llenar el tanque de su automóvil. «Un trabajador me dijo que llevaban día y medio sin abasto y la noticia corrió como la pólvora».
Las filas se han repetido en otros puntos del país, pero éstas se suman a una serie de problemas combinados en torno a la gasolina y que han prendido el fin de año en el país: la escasez, el anuncio de la subida de precios a partir del 1 de enero, los rumores de acaparamiento de combustible para especular con él cuando sea más caro, el miedo a que se dispare la inflación y la convocatoria de protestas contra el «gasolinazo».
LAS RAZONES DEL DESABASTO
Desde mediados de diciembre, Petróleos Mexicanos (Pemex) ha reconocido problemas puntuales de abasto por distintas causas: el mal tiempo impidió que descargaran buques con gasolina importada que llegaban al Golfo de México, porque las tomas clandestinas habían inutilizado temporalmente ductos clave, por compras de pánico.
Cuando el gobierno ofreció los detalles del ‘gasolinazo’, consecuencia del proceso de liberalización de la gasolina que se realizará durante todo 2017, aumentó la preocupación social y el miércoles la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) anunció un operativo para detectar si algunas gasolineras estaban acaparando combustible para especular, un rumor cada vez más extendido.
Sin embargo, para los expertos el problema de fondo es otro: el colapso del sistema de refinación de petróleo y la falta de previsión del gobierno.
Estamos ante el colapso total del sistema de refino de Pemex», explica el investigador de la universidad de Texas, Jorge Piñón.
Por un lado, México refinó por primera vez en 2016 menos de un millón de barriles al día (en 2015, la cifra era de 1.65 millones), por lo que tiene que importar más gasolina y con el dólar muy alto. Por otro lado, el país no tiene infraestructura adecuada para distribuirla ni para almacenarla.
Piñón da ejemplos: los barcos se acumulan en el Golfo de México porque el estado de Veracruz es un cuello de botella para descargar el combustible y los ductos para llevarlo hasta el centro del país están en muy mal estado y muchas veces llenos de tomas clandestinas.
De hecho, el robo de combustible es un negocio lucrativo para el crimen organizado, por ejemplo, para el cártel de Los Zetas, y según la patronal mexicana supone pérdidas de 28,000 millones de pesos anuales (1,400 millones de dólares).
Todo el sistema de refinación y distribución está putrefacto», coincide Miriam Grunstein, académica de la Rice University de Houston. A su juicio, los mexicanos están pagando los platos rotos de años de mala gestión, desinversión, falta de competencia y falta de visión a largo de plazo. «Con Pemex no hay planeación, hay ocurrencia, e ir tapando agujeros sale más caro».
Hay menos gasolina y la gente compra más, pero si tuviéramos un sistema sano habría suficiente. Atribuir los problemas actuales al aumento de la demanda (como también hizo la petrolera) es absurdo», subrayó.
El director de Pemex Transformación, Carlos Murrieta, indicó esta semana que tenían combustible suficiente a nivel nacional para seis días, un margen que la académica considero «ridículamente bajo».
Pemex ha reconocido la falta de inversiones en infraestructura y la necesidad de incrementar la capacidad de almacenamiento a 15 días. También reconoció estos días problemas en cuatro estados del centro y oeste del país, pero la prensa local aumentaba la cifra a 13, es decir, casi en la mitad del territorio nacional. Las redes sociales ilustraban muchos casos.
Según ha insistido el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, el incremento de precios dejó de ser una decisión del gobierno para pasar a ser un resultado de lo que pasa en el mercado.
LLEGÓ LA HORA
El gobierno insiste en que llegó la hora de que los mexicanos compren la gasolina a precio de mercado y no con subvenciones que ya no son sostenibles debido a la caída del precio del crudo (que sólo a partir de 2016 empezó a recuperarse) y a la subida del dólar.
Sin embargo, según el investigador Jorge Piñón este objetivo tardará en hacerse realidad porque de momento los mexicanos asumirán un «sobreprecio interno debido a las limitaciones de su sistema logístico». De hecho, ése es uno de los motivos, aunque no es el único, por los que habrá distintas zonas tarifarias: se tendrá en cuenta el costo del transporte.
90 REGIONES
De acuerdo con lo publicado por la SHCP en el Diario Oficial de la Federación, la magna, premium y el diésel no tendrán el mismo precio en todo el país, pues dependerá del costo que implique su transporte y distribución en cada una de las 90 regiones en las que ahora será dividido el territorio nacional.
En la Ciudad de México los costos también van a variar en cada delegación. Incluso, el litro de la Premium podría llegar a los 18.20 pesos.
Hacienda aclaró que después del 3 de febrero habrá dos actualizaciones en los precios, y luego se determinarán de manera diaria.