Un balón de futbol que iba a ser llevado al espacio por el transbordador Challenger antes de que estallara, finalmente llegó a su destino, 31 años después, informó la Agencia estadunidense para la Aeronáutica y el Espacio (NASA).
Previo al despegue del Challenger el 28 de enero de 1986, el balón fue entregado al astronauta de la NASA, Ellison Onizuka, firmado por jugadores, incluyendo a su hija, de la escuela preparatoria Clear Lake de Texas.
Onizuka fue uno de los siete astronautas que murieron cuando el transbordador explotó poco después del despegue del Centro Espacial Kennedy en Cabo Canaveral, Florida.
La pelota fue recuperada entre los restos y fue regresada a la escuela, donde estuvo en exhibición durante las últimas tres décadas, según la NASA.
El año pasado, mientras se preparaba para su misión a la Estación Espacial Internacional (EEI), el astronauta Shane Kimbrough, cuyo hijo es estudiante en Clear Lake, preguntó a la escuela si podía llevar el balón con él a órbita.
El director del colegio sugirió enviar el balón al espacio y el pasado 3 de febrero, Kimbrough, twitteó una foto de la pelota frente a la ventana de una cúpula de la estación que da hacia la Tierra, en honor del Día de la NASA.
La hija de Onizuka, Janelle Onizuka-Gillian, cuya firma está en la pelota, dijo en una declaración emitida por la escuela “el balón ha continuado en muchos aspectos la misión que mi padre emprendió hace muchos años y ha seguido viajando y explorando el espacio inspirando a tantos a través de su historia“.
Kimbrough y sus compañeros de la Expedición 50 están programados para regresar a la Tierra en marzo próximo.