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selibredeser.blogspot.mx

Han sido incontables las veces que en consulta escuché frases como: “es que no me respeta”; “me faltó el respeto”; “no valoran lo que hago”; “no me reconocen”, entre otras similares. Y en el mismo contexto, una de las preguntas que casi siempre utilizo para abrir espacio de descubrimiento es: ¿Qué esperas que suceda entonces? En la gran mayoría de los casos, las expectativas giran en torno a “que sean otros los que me den o muestren respeto y reconocimiento”. Si bien es cierto que la gran mayoría de las personas que trabajan sufren de ciertos problemas en la estructura y la dinámica de la organización, también es cierto que si los resultados son adversos, depende también del individuo. Es decir, los resultados en una organización o equipo de trabajo son de responsabilidad compartida. ¿Por qué afirmo esto? En esta oportunidad me referiré al cómo reconocer para respetar.

El respeto y la confianza son un derecho, pero puede ser fácilmente perdido y difícilmente recuperado.

Algunas de las definiciones de “Respeto” según la RAE son: Veneración, acatamiento que se hace a alguien; Miramiento, consideración, deferencia; Manifestaciones de acatamiento que se hacen por cortesía; Miramiento excesivo hacia la opinión de los hombres, antepuesto a los dictados de la moral estricta.

Nótese que en ninguna de estas definiciones aparece el considerar una persona simplemente porque lo es, un SER y como tal digno de ser respetado, así como de merecer confianza. Pero los miedos imperantes dentro de la sociedad han contribuido en que cada vez más, ignoremos y desconfiemos de quienes nos rodean. La clave en la que quisiera reparar es el miedo, el cual nos hace, por un lado, creer que podemos salir dañados de antemano y, por otro lado, que las personas no son confiables. En ese contexto es que se hace difícil “ver” a la persona y reconocerla. Humberto Maturana toca este tema en varios de sus ensayos en torno a “La Biología del Amor” en los que postula que cada ser humano es merecedor de reconocimiento y respeto “sólo por ser”.

En lo personal, el respeto y la confianza siempre están desde un principio al relacionarme con cualquier persona. Creo firmemente que es un derecho de todo ser humano el gozar tanto de respeto como de confianza. Sin embargo, serán nuestros respectivos actos los que dirán si esa confianza y reconocimiento pueden ser sostenidos. Por ejemplo, si a una persona le dejo las llaves de mi casa para casos de emergencia y ella termina realizando una fiesta en ella, en mi ausencia y sin mi consentimiento, puedo decir que “perdió mi confianza”. Podré seguir respetándola, pero sólo con mucho trabajo y un cambio de actitud podré confiar de nuevo en esa persona. También existen personas que ni si quiera se atreven a confiar desde un principio y viven día a día aislados, desconfiando y, por añadidura, tratando con desdén y falta de respeto.

La aún imperante dinámica de “VICTIMA v/s VICTIMARIO”.

Si desconfiamos y tratamos con desdén a quienes nos rodean, de una u otra forma e irrenunciablemente tiene que ver con nuestra historia de vida. Eventos y acontecimientos de nuestro pasado que, producto de nuestras propias interpretaciones, instalaron la creencia de que “las personas nos son confiables” o, peor aún, que “existen personas inferiores”. Y me pregunto entonces, ¿qué es primero, la desconfianza o el acto que la genera? Es en ese contexto que muchas personas deciden, inconsciente y reactivamente, tratar con desmerecimiento a otros, y esa es una dinámica de “víctima transformándose en victimario(a)”.

¿Has notado cómo reacciona una persona en general cuando se siente atropellada?¿No te parece algo instintiva? Yo mismo hace unas semanas y andando en bicicleta, me “trancé a golpes” con una persona que me atropelló con su vehículo, luego de lo cual quedé tremendamente afectado al tomar consciencia de cuánto daño generé en ella. Es decir, inconscientemente y tomado por el instinto, ataqué. De ser víctima, terminé siendo victimario, en vez de soltar y dejar pasar el hecho. Mis interpretaciones básicas tomaron el control de mis actos… pura inconsciencia.

Desarrollar la capacidad de soltar el EGO.

Estoy seguro y dado que lo he experimentado, de que si suelto y dejo pasar, la actitud que genera esa actitud es de paz y liviandad, a diferencia de la pesadez que constituye el “resistir y pelear”. Es tan simple y básico este sentimiento, que es fácil caer o elevarse. Así pues, puedo respetar y reconocer a la persona dejándola ser o, por otro lado, resistir y pelear por la exigencia de un anhelo de mi ego. Ahora consciente, prefiero la primera opción…¿y tú?

Si tratamos con desdén, desprecio o falta de respeto a una persona es debido a nuestra personalidad, EGO, que está constituida por una serie de creencias y argumentos adquiridos, aprendidos y heredados de que somos distintos, mejores y estamos separados de otras personas.

Cuando reconoces tus propias faltas es mucho más fácil reconocer a la otra persona como un ser que tiene también el derecho a ser de tal o cual forma, y aún así merecer reconocimiento. De hecho, una invitación clara en este contexto es a observar a la persona en su amplio espectro de existencia, sus fallas y aciertos, lo bueno y lo malo, es decir, a toda la persona.

Con información de: http://selibredeser.blogspot.mx/2014/08/respeto-y-confianza-como-experimentarlos.html