En ejidos olvidados como el Miguel Alemán, conocido como “el aguacate”, pese a que no hubo obra pública ni apoyos por parte de la administración de Daniel Martínez González, sí les obligan a pagar inscripciones al padrón de comercio y refrendos anuales, así como hasta multas y recargos en caso de que no asistan a la cabecera municipal dentro de los primeros meses de cada año.
Ese es el caso del ciudadano Leonardo García Cáliz, habitante del ejido Miguel Alemán, quien en su casa instaló un pequeño puesto en el que vende refresco y frituras, ni siquiera considerada una tienda de abarrotes.
Sin embargo, la lupa del Gobierno municipal, en su búsqueda por obtener la mayor cantidad de dinero por parte de los ciudadanos, recayó sobre su pequeño negocio y lo obligaron a inscribirse al padrón por lo que cada año tiene que pagar 363 pesos por el giro de “abarrotes en pequeño”.
Leonardo, humilde campesino, quien apenas aspira a un ingreso diario de 60 pesos, lamenta que el municipio le cobre impuestos por un pequeño puesto que apenas le ofrece lo mínimo para subsistir, mientras que en tres años jamás se haya realizado una mejora por su comunidad.
A diferencia de otras ‘tienditas’ de esta humilde comunidad rural, Leonardo García apenas cuenta con un estante con unas cuentas frituras de maíz, un refrigerador con refresco y algunas conservas, por lo que él mismo ni siquiera considera a su negocio como una tienda.
Con décadas de trabajo como campesino sobre sus espaldas, el hombre de avanzada edad lamenta la situación en la que incurre el municipio y se dijo indignado de saber que Daniel Martínez González gana mensualmente más de 100 mil pesos, mientras que él, necesitaría trabajar 4.5 años ininterrumpidos de sus arduas jornadas de trabajo para obtener la misma cantidad.
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