Declarando que la acusación de su posible colusión con los rusos en la campaña electoral de Donald Trump es una “mentira deplorable”, y defendiendo su “honor” como fiel servidor público, el Procurador General Jeff Sessions rehusó responder toda pregunta relacionada con la posible interferencia del presidente en la investigación encabezada por su ex subordinado a quien ayudó en cesar, el ex director del FBI James Comey.
Desde la misma silla donde hace cinco días Comey compareció ante este mismo Comité de Inteligencia del Senado, Sessions declaró que “la sugerencia de que participé en cualquier colusión o de que estaba enterado de cualquier colusión con el gobierno ruso para dañar a este país, al cual he servido con honor por más de 35 años, o de minar la integridad de nuestro proceso democrático, es una mentira atroz y detestable”.
Subrayó que “nunca me he reunido o tenido cualquier conversación con cualquier ruso o funcionarios extranjeros en torno a cualquier tipo de interferencia con cualquier campaña o elección en Estados Unidos, y más aún, no tengo conocimiento de tales conversaciones con cualquiera conectado a la campaña de Trump”.
Pero bajo interrogatorio, sobre todo de los senadores demócratas, Sessions repetidamente rehusó abordar toda conversación privada que ha sostenido con el presidente Trump, citando una ambigüa política del Departamento de Justicia que encabeza de “no violar mi deber de de proteger las comunicaciones confidenciales con el presidente”.
Durante unas dos horas y media, Sessions respondió a preguntas de sus ex colegas -fue senador durante 20 años- sobre su decisión de recusarse de la investigación del FBI sobre la mano rusa en la campaña de Trump, sus encuentros con el embajador ruso en Washington y su papel y manejo del despido de Comey.
Afirmo que tomó la decisión de recusarse no porque él estuviera bajo investigación sino por regulaciones del Departamento de Justicia que obligan a cualquier funcionario que participó o conoció a los involucrados en una investigación debe apartarse de tal indagación.
Sessions había provocado sospecha de algún tipo de encubrimiento después de que en sus audiencias de ratificación a su puesto en enero había declarado que “yo no tuve comunicación con los rusos”, el Washington Post reveló que había tenido por lo menos dos reuniones con el embajador Ruso Sergey Kislyak en 2016. Poco después, Sessions confirmó que eso fue cierto, pero que sólo se entrevistó con el embajador como parte rutinaria de su trabajo como senador.
Con algunos senadores comentando ayer que Sessions podría haber cometido perjurio por eso, hoy Sessions ofreció una explicación de por qué eso no fue mentira. Argumentó que esa respuesta fue en relación a si él, en su calidad de representante de la campaña de Trump, se había reunido con oficiales rusos, y en ese contexto la respuesta sigue siendo que no, ya que se reunió con el diplomático ruso en su calidad de senador. O sea, buscó marcar una línea poco clara entre cuándo obraba en su capacidad de senador y cuándo como representante de la campaña.
Sessions fue el primer senador en apoyar a Trump, y encabezó su equipo de asesores sobre asuntos de seguridad nacional durante la campaña en 2016.
Sessions también trató de explicar por qué su recomendación al presidente de cesar a Comey no violó su recusamiento de la investigación que el entonces director del FBI encabezaba.
Vale recordar que la primera versión oficial del despido de Comey el 9 de mayo fue que Trump actuó por la recomendación de Sessions endosando una evaluación crítica del subprocurador general Rod Rosenstein sobre el manejo de la investigación de los correos electrónicos de Hillary Clinton. Pero el día siguiente, el propio presidente se contradijo al comentar en una entrevista de televisión que ya había decidido correr a Comey aun antes de la recomendación de los jefes del Departamento de Justicia, y que no fue por lo de Clinton, sino por “esa cosa rusa”. Le dijo lo mismo al propio canciller ruso Sergey Lavrov en una reunión ese día en la Casa Blanca, donde comentó que con ello “se quito una presión” y de pilón calificó a Comey como un “loco”.
Sessions frustró a los senadores demócratas al rehusarse una y otra vez a comentar sobre intercambios con el presidente y otros en la Casa Blanca en torno a Comey y asuntos relacionados con la investigación. Rechazó tajantemente que estuviera evadiendo declarar sobre todo esto, sino que solo se estaba apegando a las normas -aunque no pudo decir si existen en papel- de revelar conversaciones internas dentro del poder ejecutivo. Preguntado directamente si tuvo una conversación con Trump sobre el despido de Comey, Sessions respondió: “no puedo confirmar ni negarlo”.
Así, evadió responder a la pregunta directa de por qué se despidió a Comey, y si eso no era parte de una interferencia o hasta obstrucción de justicia en torno a la investigación que encabezaba el ex director del FBI.
Para complicar las cosas, la audiencia procedió mientras se intensificaba la especulación sobre si Trump está contemplando despedir a Robert Mueller, el fiscal especial nombrado por el subprocurador general para encabezar la investigación de la mano rusa en las elecciones y sus secuelas, después del despido de Comey.
Esto fue detonado después de que el amigo cercano de Trump, el empresario Chris Ruddy, dijo el lunes que el presidente está considerando correr a Mueller y alimentado aún más por un tuit de Newt Gingrich, ex líder legislativo republicano y aliado cercano de Trump, quien se sumó a una campaña para desacreditar a Mueller, atacando su falta de imparcialidad.
Hoy, en otra audiencia legislativa, el subprocurador general Rosenstein fue preguntado si cumpliría una orden del mandatario de cesar al investigador que él mismo nombró. Respondió que solo él (ya que Sessions está recusado de todo esto) podría despedir a Mueller, y que si el presidente le ordenara hacerlo, sólo cumpliría si la solicitud fuese “legal y apropiada”, y si existía “buena causa” para hacerlo. Indicó que Mueller gozará de la “independencia” necesaria para cumplir con su investigación.
La cúpula republicana, aparentemente alarmada por las implicaciones potenciales de tal decisión, expresó de inmediato su apoyo a la investigación encabezada por Mueller. Paul Ryan, presidente de la cámara baja, declaró que lo mejor para el presidente es que “permitan que Robert Mueller haga su tarea”.
Mientras procede la investigación encabezada por Mueller, y por lo menos otras cuatro de comités legislativos, no hay un fin a todo esto en el panorama. La sesión con Sessions hoy, lejos de poner fin a especulación y sospechas, abrió nuevas interrogantes.
Por otro lado, el ciberespacio se infestó con rumores de que los Golden State Warriors, quienes ganaron el campeonato de basquetbol profesional sobre los Cavaliers la noche del lunes, ya habían decidido de manera unánime no aceptar una invitación a la Casa Blanca. Tradicionalmente, la Casa Blanca invita a equipos a festejar sus campeonatos con el presidente. El famoso técnico del equipo Steve Kerr y varios de los jugadores no han ocultado su desprecio a Trump, pero un vocero dijo que ni se había recibido una invitación ni se había tomado una decisión sobre el asunto.