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DPA

El mar Rojo, el océano ͍ndico, el Golfo Pésico, el Antártico… el famoso explorador francés Jacques-Yves Cousteau recorrió los mares durante décadas a bordo del Calypso.

El barco con el que descubrió y filmó el mundo marino volverá a estar próximamente en funcionamiento en Turquía, cerca de Estambul, tras unos trabajos de renovación que han costado unos 10 millones de euros (11.1 millones de dólares).

En realidad, debía volver a zarpar este año, con motivo del 20 aniversario de la muerte de Cousteau, que falleció el 25 de junio de 1997 en París a los 87 años. Pero el viaje inaugural del renovado Calypso se pospondrá hasta finales de 2018.

Los trabajos por fin marchan bien, aseguran desde la Sociedad Cousteau, creada en 1973 para la investigación y la protección de los mares.

El proyecto arrancó hace tiempo, pero se había ido retrasando una y otra vez.

En un principio, la Sociedad Cousteau confiaba en que el Calypso pudiese volver a navegar en 2010, para celebrar así el centenario del nacimiento del oceanógrafo y documentalista galo.

“Quien quiera estudiar a los peces, debe convertirse en pez», aseguraba uno de sus lemas. Y Cousteau desarrolló los aparatos necesarios para ello. Además, a menudo arriesgaba su vida en el intento.

Varias veces perdió el conocimiento bajo el agua mientras investigaba, hasta que desarrolló el regulador «aqua lung», con el que revolucionó el mundo del buceo.

Después llegó el denominado «platillo submarino», un futurista submarino para dos personas con el que podía descender hasta 350 metros de profundidad.

Su pasión por el mar no conocía límites: en 1964 sumergió en el mar Rojo una especie de acuario habitable en el que vivió durante semanas junto a otros científicos.

Pero el pionero del mundo submarino fue conocido sobre todo por sus documentales, rodados desde el Calypso.

La cervecera irlandesa Guinness puso el barco buscaminas retirado de servicio a disposición de Cousteau por el simbólico precio de un franco al año. Corría el año 1950.

Cousteau investigó los mares durante más de 40 años con el Calypso, que él mismo reformó y que se volvió tan legendario como el investigador gracias a la serie de documentales El mundo submarino de Jaques Cousteau, emitida a partir de 1968 en muchos países del mundo.

Para rodar su película Voyage to the Edge of the World (Viaje al fin del mundo), Cousteau pasó cuatro meses con el Calypso en el océno Antártico.

En enero de 1996, mientras estaba anclado en el puerto de Singapur, fue golpeado por una barcaza y se hundió. En primer lugar fue remolcado hasta Marsella y después se quedó en el Museo Marítimo de La Rochelle.

En las primeras expediciones del Calypso, Cousteau estuvo acompañado por el entonces desconocido cineasta Louis Malle, con quien grabó El mundo del silencio.

Rodado en color y formado por episodios submarinos sueltos, se convirtió en el primer documental en ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 1956.

Un años después, la película recibió el Oscar al mejor documental, un galardón que volvió a ganar en 1965 con El mundo sin sol, sobre el mar Rojo.

Cousteau plasmó sus expediciones en más de 100 documentales de televisión, películas y varios libros, descubriendo al público un mundo desconocido.

Con su gorro de lana rojo, desde mediados de los 60 se convirtió en un ícono y fue muy querido por el público.

Su tarea como investigador es controvertida. Fue un autodidacta y para muchos sus expediciones eran más aventuras que investigaciones relevantes.

También se cuestiona su papel como defensor del medio ambiente, ya que para financiar sus caras expediciones llegó a acuerdos con la industria petrolera y buscó posibles lugares de perforación en el fondo marino.

En 1987 se sumergió en el atolón de Mururoa, en la Polinesia Francesa, para mostrar que las pruebas de armamento nucleares de Francia eran inofensivas.

Sin embargo, cuando en 1995 el entonces presidente Jacques Chirac ordenó nuevos test, Cousteau fue uno de los que protestó airadamente en contra.

En realidad Cousteau quería ser piloto, aunque descubrió pronto su pasión por la natación y el submarinismo.

Debido a un accidente de automóvil no pudo cumplir su sueño de atravesar los cielos. Así que se enroló en la Marina francesa, de la que salió a principios de los años 50 como capitán de corbeta para descubrir los secretos del mar con el Calypso.