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La Jornada

Los precios de los alimentos en el mundo se mantendrán bajos durante la siguiente década, recuperando prácticamente el mismo nivel que tenían antes de la crisis mundial alimentaria de 2007-2008, y ello será posible por las reservas acumuladas, la reducción en la demanda y el menor impacto de los biocombustibles, pronosticaron la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

“Pese a ello, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas continuarán siendo un problema mundial que requerirá un enfoque internacional coordinado”, advirtieron ambas organizaciones al presentar este lunes 10 de julio el informe “Perspectivas Agrícolas para los próximos 10 años”.

El aumento en la producción de trigo y de maíz, destacaron, se deben en un 85 y 90 por ciento, respectivamente, a las mejoras en el rendimiento de los cultivos y sólo un 2 por ciento a la expansión de las zonas cultivadas, en tanto que predijeron que la producción de biocombustibles aumentará 17 por ciento durante el próximo decenio, frente al incremento del 90 por ciento de años atrás.

Sobre el comercio agrícola y pesquero advirtieron que tendrá un crecimiento menor al 2 por ciento anual, en promedio, ya que “se frenará más o menos la mitad respecto a la tasa de crecimiento que registró en la década pasada”.

Aún así, ambas organizaciones consideraron que “el comercio agrícola continuará mostrándose más resiliente (es decir, capaz de adaptarse, superarse, salir fortalecido y mejor que antes) ante las desaceleraciones económicas que el comercio de otros sectores”.

Sin embargo, acotaron que en casi todos los productos básicos, las exportaciones seguirán concentrándose en unos pocos países proveedores, lo que puede incrementar la susceptibilidad de los mercados mundiales ante las perturbaciones de la oferta.

Disminuye velocidad en la demanda de alimentos

La OCDE y la FAO atribuyeron a la ralentización (disminución en la velocidad) en el crecimiento de la demanda de alimentos, el que los precios mundiales se mantengan bajos. Durante los últimos diez años, explicaron, se repusieron 230 millones de toneladas métricas de cereales y también crecieron las reservas del resto de los productos básicos, lo que contribuirá a “limitar el crecimiento de los precios mundiales” y mantener estable la demanda per cápita, salvo en los países menos adelantados.

Sobre la producción agrícola, indicaron que 90 por ciento del crecimiento de la producción de maíz se deberá a un incremento del rendimiento y solo el 10 por ciento a la ampliación de la superficie. En la producción cárnica y láctea el crecimiento será tanto porque aumentará el número de cabezas en los rebaños como por el aumento de la producción por animal.

El consumo adicional de calorías y proteínas para la siguiente década se obtendrá principalmente del aceite vegetal, el azúcar y los productos lácteos, pero en la carne descartaron que aparezcan nuevas fuentes de demanda que mantengan el impulso que China causó hace unos años. Los grandes grupos de ingresos bajos harán que el crecimiento de la demanda per cápita de carne del próximo decenio sea de solamente uno por ciento, frente al incremento del 6 por ciento reportado el decenio anterior.

En cuanto a la acuicultura, las previsiones apuntan que crecerá por la acuicultura y la producción de peces cultivados será la fuente de proteína de más rápido crecimiento de todos los productos básicos.

El documento calcula que en 2026, la disponibilidad media de calorías será de 2 mil 450 kilocalorías diarias por persona en los países menos adelantados y rebasará las 3 mil en otros países en desarrollo.

El estudio fue presentado en París y la OCDE informó que José Graziano da Silva, director general de la FAO, señaló “también sabemos que el hecho de tener más alimentos no basta para poner fin a la subalimentación y a otras formas de malnutrición. El acceso a las calorías adicionales es un factor extremadamente importante, pero la lucha contra la malnutrición es aún más compleja. Para acabar con la malnutrición se necesita una dieta diversificada, inocua y nutritiva, y sería perfecto si su producción tuviera una huella ecológica menor”.

En tanto que el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, advirtió que “acontecimientos imprevistos pueden alejar fácilmente a los mercados de estas tendencias centrales, por lo que los gobiernos deben continuar colaborando para proporcionar estabilidad a los mercados mundiales de alimentos. También es importante mirar hacia el futuro e intentar superar el desafío fundamental al que se enfrentan la alimentación y la agricultura mundiales: garantizar el acceso seguro a alimentos inocuos, saludables y nutritivos para una población mundial cada vez mayor, haciendo un uso más sostenible de los recursos naturales para contribuir de forma eficaz a la mitigación del cambio climático”.